Lo cuenta Friday Fax, esa pequeña joya de pensamiento norteamericana.

La fundación sin ánimo de lucro, al menos de lucro económico, Kaiser Family Foundation (KFF) ya está invirtiendo 1.000 millones de dólares -yo también quiero ser rico y retorcido- para “etiquetar” los mensajes provida como desinformación, como ‘fake’. Para más coña y pitorreo, hablamos de una Fundación para la familia.

Es decir, que la nobilísma defensa del más inocente y más indefenso de todos los seres humanos, el concebido y no nacido, pasa a ser un bulo, el que la practica, un creador de bulos y, por tanto, debe ser neutralizado y eliminado de la cosa pública y de la Red Internet. Es la manera, sigloveintenesca, de matar la honorabilidad y credibilidad de alguien, arrebatarle el honor, que es casi peor que quitarle la vida.

Para predicar con el ejemplo, la Kaiser -vaya nombrecito- ya ha etiquetado como desinformación a dos asociaciones provida, como la Heartbeat International y la Live Action. Pero tranquilos: con 1.000 millones de euros se puede etiquetar, es decir, denigrar, a todo el movimiento provida mundial. No deja de ser una calumnia más -o sea, un ‘fake’, realizado por los que dicen combatir el bulo- contra todo el movimiento provida mundial y perpetrado a través de Internet. Disponiendo de buenos programadores, esto está chupado. 

En otras palabras, la actual lucha contra la desinformación, mismamente, la pomposamente calificada como regeneración democrática del Sanchismo, tiene el mismo objetivo y complementa, muy requetebién, a los famosos delitos de odio, ya extendidos por todos los sistemas legales de Occidente. Ni en lo uno se trata de evitar el odio ni en lo otro se trata de decir la verdad. En ambos se trata, precisamente, de eliminar a la discrepancia a costa de neutralizar al discrepante y, con ello, por supuesto el menor asomo de libertad. Ya saben, los de los británicos: si no podemos evitar que pase el balón, que no pase el hombre.

En ambos casos, con la excusa de la lucha contra el odio y la lucha contra el bulo, se trata de imponer el pensamiento único de lo que hemos dado en llamar Nuevo Orden Mundial (NOM). Con los delitos de odio te meto en la cárcel y con la desinformación te ninguneo y te arruino, tal y como pretende hacer ahora mismo Moncloa con la prensa independiente de Internet.

Queda la guinda: los delitos de odio y el bulo son dos ejemplos más -y perdone el lector mi insistencia en la materia, pero la considero imprescindible y creo que es necesaria-, de que vivimos en los tiempos de la blasfemia contra el Espíritu Santo donde el mal se convierte en bien y el bien en mal. El que defiende al más inocente es un hacedor de bulos, por principio, y el que defiende la verdad, por ejemplo el cristiano, es un odiador. En ambos casos debe ser eliminado: él y su honorabilidad. Dios tiene prisa