He llegado a la conclusión de que seguir hablando de Irene Montero y sus secuaces es una horterada y una pérdida de tiempo porque no soluciona nada y encima les damos la importancia que no merece a las patochadas que hacen. Solo será posible volver a ellas, con elegancia, cuando escribamos una crónica sobre su dimisión, que no cese. Solo eso rescatará de alguna forma el poco de dignidad que ya solo arrastran.
Tampoco tenemos que seguir tratando más las mentiras de Pedro Sánchez, ni los plantones que le dan en Europa, Marruecos y las eléctricas… Es evidente que los plutarcas de los lobbies globalistas le han sacado todo su jugo y está en caída libre, tampoco les sirven a ellos para nada, ni él ni sus compañeros de viaje, como Patxi López, Teresa Ribera, María Jesús (Marisu) Montero y no digamos nada del papelón que han dejado para Nadia Calviño, que pasó de ser una respetable economista en Bruselas a la papelera de las mentiras y las poses amembrilladas. En cualquier caso, siempre les quedan a todos las puertas giratorias…
Ahora toca hablar de Alberto Núñez Feijóo, y de sus promesas, o mejor, como él mismo dice: «os doy mi palabra». El otro día, en un mitin para convencidos en Extremadura, con la voz teñida de alharacas, dijo: «El Partido Popular nunca va a fallar a España; os doy mi palabra de que haré lo contrario de lo que hace Sánchez». Muy duras proposiciones para un partido con el histórico de Mariano Rajoy. En ese mismo escenario extremeño, utilizó la expresión «os doy mi palabra» repetidas veces, como el latiguillo de unas letanías laicas para la feligresía, que se les quedara grabado en el corazón, que no en la cabeza, porque sus votantes tienen la memoria corta. Intenciones, por otro lado, que jamás pondrá por escrito ni se comprometerá a cumplirlas bajo palabra de dimisión inmediata si no cumple en los doce primeros meses de la legislatura con todas ellas… ¿A que no?
El PP es de los de decir y no cumplir, que mucho se dice de la izquierda, pero el partido azul sigue los mismos pasos, y muy de cerca, los del partido colorao. Rajoy dejó marcada la senda
Sí, tenemos que hablar de Núñez Feijoo, mucho y críticamente, porque el Partido Popular es de los de decir y no cumplir, que mucho se dice de la izquierda, pero el partido azul sigue los mismos pasos, y muy de cerca, los del partido colorao. Rajoy dejó marcada la senda de la que muchos desconfiamos.
Si Rajoy hubiera cumplido con todo lo que dijo que haría en la oposición, hoy no existiría Vox como tercera fuerza política del país y Santiago Abascal no habría pisado la moqueta del Congreso. Pero si está ahí y con una fuerza muy relevante, es por dos razones: porque el PP utilizó a la derecha conservadora de España para llegar al poder y luego los abandonó sin que pudieran hacer nada. Bueno, nada hasta que en la siguiente legislatura dejó a Rajoy a los pies de los caballos de un tal Sánchez, ávido de poder y dispuesto a todo con tal de llegar a La Moncloa, como ha demostrado en estos tres años de la historia de las coalizaciones más vergonzantes de la democracia española.
Núñez Feijóo va por mal camino cuando pone líneas rojas a los que le siguen en la presente campaña. Decir que no contará con los senadores o diputados que pongan pegas a la ley del aborto es muy grave. Tan grave como no decir con compromiso formal en su programa electoral qué hará con las leyes de género como la del Sí es Sí; o la ley animalista, que hunde a agricultores y ganaderos, es decir, a la España vaciada; o sobre la sectaria ley de memoria democrática, que reduce la libertad de expresión y el reconocimiento de la historia y no diseñada; y qué decir de la sedición y la reducción del delito de malversación. En fin, creo que son muchos motivos para dar su palabra y no dejarlo por escrito, porque en este país la mentira sale gratis y el incumplimiento de programa electoral debería medirse con la ley penal.
Núñez Feijóo va por mal camino cuando pone líneas rojas a los que le siguen en la presente campaña. Decir que no contará con los senadores o diputados que pongan pegas a la ley del aborto es muy grave. Tan grave como no decir con compromiso formal en su programa electoral qué hará con varias leyes
El Partido Popular da dos caras: la del PP de Isabel Díaz Ayuso, que defiende una derecha identitaria, y la de Feijóo, una derecha liberal globalista, sin la esencia que el conservador busca en las ideas que le representan porque le defienden. Génova debiera mirar con más fijeza lo que sucede en Madrid y quitarse las pelusas del miedo al qué dirán, porque lo que sucede en Madrid lo ve todo el mundo y hoy ya no se puede hacer de trilero, porque hay muchos ojos aquí y allá que te pondrán contra las cuerdas, aunque sea en las redes sociales.
Modelos de partido (Alianza), de Angelo Panebianco. Los autores «clásicos» que han escrito sobre los partidos políticos -de Ostrogorski a Michels, de Weber a Duverger- partían de que para comprender la actividad, el funcionamiento y las transformaciones de los partidos hay que desvelar el «núcleo organizativo» y reconocer que los partidos son, ante todo, organizaciones y que el análisis organizativo debe, por tanto, preceder a cualquier otro planteamiento.
La comunicación al poder. Manual para rescatar la democracia (Morata), de Leonardo Laso. Este autor a sus más de treinta años en la política, navegando “como delfín entre tiburones”, según él mismo se describe, como gran defensor de la democracia e innovador permanente en la comunicación política, siempre con principios y valores sólidos, con el bien común como premisa inclaudicable.
Hannah Arendt. El orgullo de pensar (GEDISA), de Fina Birules. Este volumen reúne las reflexiones de destacados filósofos, como Hans Jonas, Richard J. Bernstein o Salvador Giner, quienes analizan desde perspectivas muy diversas los temas centrales de la obra de Arendt. De esta manera, su figura se va perfilando como la de una teórica que puede y debe tomar parte en nuestras controversias actuales.