Con el inefable Georg Bätzing al frente, los obispos alemanes han tomado Roma para explicarle al Papa en qué consiste la sinodalidad, aunque corren insistentes rumores de que en el Vaticano ya lo saben, e incluso hay quien se arrepiente de haber convocado el nuevo Sínodo de la sinodalidad... como creo haber dicho antes.
Otros, muchos más astutos, aseguran que se trata del estilo Francisco. Recuerden el Sínodo de la Familia o el Sínodo de la Amazonia, organizado con la misma táctica porteña que llevó a Argentina a ganar el mundial de 1978: deja que el equipo contrario se sienta vencedor y, cuando se relaje, Mario Kempes les dio la estocada a los holandeses y Argentina se coronó campeón del mundo.
Y esto es bello e instructivo, porque nadie sabe en qué consiste la sinodalidad pero sí que ha servido para que desde todas las iglesias locales del mundo mundial expidan las más solemnes majaderías. Entonces, una vez que la gente se ha desfogado, y cuando se espera que el papa bendiga sus chaladuras, llega Francisco y consagra lo contrario, la doctrina de siempre, que es la verdadera porque viene avalada por la santidad de muchos a lo largo de los siglos y por el Espíritu Santo, al que no conviene olvidar cuando hablamos de doctrina.
Si sólo se trata de que el cura soporte el celibato, lo que debe hacer no es ver porno sino irse de putas. Ahora, si se trata de vivir el celibato por amor a Dios... entonces hablamos de otra cosa, de otro celibato
Y si no, recuerden lo que ocurrió con el acceso a la eucaristía de los arrejuntados (Sínodo de la Familia) o lo de los sacramentales convertidos en sacramentos (Sínodo de la Amazonia), por el que se quería colocar desde el sacerdocio femenino hasta el culto a la Pachamama de las pelotas. Ambos sínodos terminaron con dos declaraciones de Francisco que echaban por tierra estas chorradas y remarcaban la doctrina tradicional: hay que comulgar en gracia de Dios, sólo un sacerdote puede oficiar la Eucaristía y la carencia de curas no justifica que un laico, sea hombre o mujer, oficie la Eucaristía.
Y la única crítica que se le puede hacer a Francisco, como periodista, que no como teólogo, es esta: Santidad, ¿de verdad es necesario situarnos al borde del abismo para luego dar marcha atrás? ¿No corremos el riesgo de dar escándalo? Porque uno percibe una cierta confusión entre los fieles.
Santidad, ¿de verdad es necesario situarnos siempre al borde del abismo para luego dar marcha atrás? ¿No corremos el riesgo de dar escándalo? Porque uno percibe una cierta confusión entre los fieles
Claro que a lo mejor no. A mí, el papa Francisco me recuerda la táctica de un profesor universitario que, cansado de las tonterías que expelían sus alumnos adolescentes, decidió no corregirles. Simplemente se dirigía a sus discentes y les requería para que explicaran sus teorías -sus memeces- muy despacio, a fin de que él tuviera tiempo de escribirlo en la pizarra. Y claro cuando el susodicho adolescente leía lo que había dicho, él mismo empezaba a corregirse y a dar marcha atrás.
Digo todo esto porque la última del precitado episcopado alemán consiste en aplaudir a un psicólogo majadero -no, no todos los clérigos teutones están locos, aunque sí un buen número de ellos- que asegura que la solución para que los curas aguanten en el celibato es que vean mucha pornografía. En serio, no me invento nada.
Pero yo discrepo. Divertir instruyendo es nuestro lema. Tengan en cuenta que si, en lugar de ver pornografía, los curas se fueran de putas se 'quitarían el cuidao' y tampoco estarían violentando su celibato, sólo su alma.
El celibato sólo se derogaría si el susodicho se casa con la coima. Algunos lo habrán hecho, ciertamente, pero es por su falta de experiencia. Además, siempre pueden divorciarse después.
Ahora bien, si sólo se trata de aguantar célibe, es decir, sin contraer matrimonio, lamento discrepar de nuestro psicólogo alemán a las órdenes de los obispos alemanes, todos ellos teólogos de altura, como creo haber dicho antes: si se trata de mantenerse célibe prescindiendo del significado del celibato clerical, lo lógico es aconsejar al cura que se vaya de putas, no la simplonería castrante del porno.
En cualquier caso, los obispos alemanes han infestado Roma con su teología de la bragueta. Al parecer, el Sínodo de la Sinodalidad y de los Grandes Expertos Europeos es otra catarsis franciscana para que cualquier prelado teutón -también se aceptan norteamericanos- desequilibrado se desahogue y exhale sus disparates. Luego se le dice que eso es una estupidez y se le devuelve a donde siempre debió estar.
Ahora bien, Santidad, ¿de verdad es necesario ubicarnos otra ves al borde del abismo? A veces desearía que no lo pusiera usted tan emocionante. Recuerde el viejo chiste de Franco: "Españoles, hace 25 años estábamos al borde del abismo. Ahora, hemos dado un paso hacia adelante".
Todo sea por la sinodalidad del Sínodo sinodal. A lo mejor así nos desinodalizamos todos y no nos volvemos todos idiotas... mayormente. Empezando por monseñor Georg Bätzing, que no es un teleñeco, sino el presidente de la Conferencia Episcopal alemana.