El apóstol de la eutanasia, Pedro Almodóvar, nos ha regalado otras perlas de sabiduría: asegura que, digamos por responsabilidad, él no traería nunca un hijo al mundo, porque el mundo está fatal y el chico iba a venir aquí a sufrir. Sin embargo, miren por dónde, don Pedro aún no ha solicitado la eutanasia que predica (recientemente, en la película La habitación de al lado). A lo mejor existen otras razones para su omisión pero nuestro grandísimo cineasta no nos las ha explicitado. Quizás porque estaba muy ocupado escribiendo a ese hombre guapo llamado Pedro Sánchez.

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Sin embargo, la Fundación Madrina nos recuerda que en el mundo sobran alimentos y que, sin embargo, hay gente que continúa muriendo de hambre. Ergo, si hay alimentos y persiste la hambruna no es porque Dios nos haya regalado un universo escaso. Es más, el planeta Tierra, unido al ingenio del hombre, asimismo creación de Dios, podría alimentar a 100 humanidades. No es así porque los hombres somos unos egoístas de tomo y lomo.

En los años 70 del pasado siglo surgió la grandísima estupidez de la bomba demográfica. Luego descubrimos que la tal bomba no explosionaba cuando había mucha gente sino cuando había pocos jóvenes. Y así nos encontramos con que ahora, cincuenta años después, no podemos pagar las pensiones porque no hemos tenido hijos mientras que en Oriente se mueren de hambre antes de que tengan derecho a pensión.

Al parecer, el Creador hizo bien su tarea, los hombres no tanto. Pero lo importante es que no acabemos en Almodóvar y que superemos de una vez por todas la idea de que si no tenemos más descendencia es por razones tales como la maldad del mundo o la agonía del planeta. Ni el planeta está agonizando, goza de buenísima salud, ni el mundo es bueno o malo. El que es malo es el hombre, pero también es libre, y puede optar por la generosidad o por el egoísmo: ahora mismito.

Conclusión, tengamos más hijos, cuantos más mejor. Repartamos mejor los bienes del mundo y acabaremos con la hambruna, que nunca agotaremos los alimentos que nos ofrece este planeta formidable.

Y un pelín más de alegría, Pedro (Almodóvar o Sánchez, tanto monta...).