Han pasado como quien dice cuatro años de Gobierno Sánchez, de política sanchista, que deja como rastro tras de sí la ruina económica de los españoles y el desmantelamiento de las instituciones, desde la propia Presidencia del Gobierno de España, la Casa Real y sin duda, la Presidencia del Congreso, que no son ni más ni menos que las tres puntas de lanza con más poder y representación de España. Pero también se han visto afectados el ministerio fiscal con María Dolores Delgado; el Tribunal Superior de Justicia, bloqueado por la falta de renovación; el CNI convertido en un prostíbulo de intereses personales; y por último el estado de determinadas autonomías, especialmente las nacionalistas que buscan sangrar al Gobierno por su propia debilidad.
A menudo he hablado de las políticas de Pedro Sánchez a través de sus ministerios y sus ministros. Esta vez hablaré directamente de él como último responsable de lo que haga en su Gobierno. Sus antecedentes como político, ya marcaron el camino de cómo llegar a ser presidente. Un tipo al que echaron denostado del PSOE, su partido, cuyas tretas para volver -todavía nadie lo sabíamos-, pero para entonces ya estaba fichado por el mayor manipulador de la ingeniería social para España: George Soros, al que una vez instalado en La Moncloa le concedió a su hijo la primera visita. Fiel a su amo, desde aquel momento, ha cumplido con la Agenda 2030 impuesta por el globalismo neoliberal e inundado a España de decretos reales sin consultar al Congreso y perpetrado la corrupción de la sociedad con leyes perversas, pactos aberrantes y mentiras constantes.
Un tipo al que echaron denostado del PSOE, su partido, al que volvió estando ya fichado por el mayor manipulador de la ingeniería social para España: George Soros. Fiel a su amo, desde aquel momento, ha cumplido con la Agenda 2030 impuesta por el globalismo neoliberal
Los trapicheos y acuerdos en la oscuridad de la mentira para alcanzar los apoyos de independentistas y filoetarras se desconocen, aunque sus resultados a la vista están y para muestra tenemos un cajón lleno de botones. Finalmente, formó un gobierno de coalición con Pablo Iglesias, ¡aquel que le quitaba el sueño! Con estos mimbres, ¡qué podía salir mal!, y lo que debía de llegar a continuación era de fácil presagio, porque de un político que aspira a ser presidente del Gobierno y que lo hace en compañía de los peores compañeros de clase, que ha mentido con chulería y desprecio a propios y extraños, porque como dice el adagio de nada bueno puede salir de algo malo.
La formación de su gobierno ya salió monstruoso, no solo por el tamaño -22 ministerios, Rajoy gobernaba con 16-, también por los personajes que lo conformaban. Una escombrera de ineptos, que no es que lo diga yo, que solo hay que analizar el recorrido ministerial y sus consecuencias. Vayamos por partes:
Los que nos podríamos ahorrar en los Presupuestos Generales del Estado: Alberto Garzón, el propio Pablo Iglesias, Pedro Duque, ahora Diana Morant, Manuel Castells y ahora, en deportes y cultura Miquel Iceta…
Ahora los técnicos, vamos a los que se supone que saben de algo. Analicen los resultados de cada ministerio y de qué manera repercuten en todos sus políticas: Nadia Calviño, la inflación imparable; Teresa Ribera, la crisis energética perenne; María Jesús (Marisu) Montero, la que no iba a subir los impuestos a las clases medias y las clases trabajadoras; Fernando Grande-Marlaska, el juez de la descomposición de las instituciones (también le corresponde la sección de corruptos); Arancha González Laya, ahora José Manuel Albares, la crisis de Marruecos, Argelia, etc.; Margarita Robles, y su ejército desnortado a expensas solo de la OTAN, no de España; José Luis Escrivá, que pregunten a los más de 3.300.000 autónomos; Luis Planas no ha pisado un surco en el campo ni sabe conjugar el verbo ordeñar; Yolanda Díaz, la reina de los contratos de temporales de una semana o 15 días, con el paro más alto de Europa; Raquel Sánchez y la huelga de transportistas, o como ella decía, de la «ultraderecha».
La formación de su gobierno ya salió monstruoso por el tamaño y los personajes: los que nos podríamos ahorrar (Garzón, Iglesias, Duque, Morant, Castells, Iceta), los técnicos (Calviño, Ribera, Marisu, Marlaska, González Laya, Albares, Robles, Escrivá, Planas, Díaz, Raquel Sánchez), los perversos (Calvo, Celaá, Alegría, Illa, Montero, Bolaños, Belarra) y los corruptos (Ábalos y otros cuantos)
Ahora los perversos: Carmen Calvo y su 8M: «Nos va la vida en ello» y la expansión de la COVID; Isabel Celaá, con la ley sobre educación más adoctrinadora y tirana de la historia de España, que tiene su continuidad en Pilar Alegría y que no tocará ni una sola coma de su antecesora; Salvador Illa, con 100.000 cadáveres COVID a sus espaldas (aunque este también podría estar en la siguiente lista); Irene Montero, con las leyes de más desigualdad escritas hasta la fecha: aborto, Viogen y Sí es Sí; Félix Bolaños, el garante actual de la Ley de memoria democrática; Ione Belarra, en sustitución de Pablo Iglesias, ¡está todo dicho!
Por último, los corruptos: José Luis Ábalos, que además del famoso caso de las maletas de Delcy, está pringado también con comisiones millonarias en diversos casos de mascarillas en ciudades diferentes, motivo por el que fue cesado como ministro; Marisu, Planas y Ribera por el caso Isofotón; Salvador Illa por los contratos del Instituto de Gestión Sanitaria, INGESA, desde el principio de la pandemia; y por supuesto, el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, porque corrupto no solo es el que roba, también quién miente.
La realidad de este Gobierno es que el perfil humano es mediocre; el moral, ínfimo y su futuro está en tiempo de descuento. ¿Llegará a cumplir con la legislatura completa como dice el presidente…? No lo creo, está hundido, sin saber qué hacer para resolver los problemas de España y los españoles, con Europa dando avisos permanentemente y el Gobierno de coalición cada vez más fracturado. Pero sobre todo no lo creo porque sucederá lo contrario de lo que ha dicho el presidente. Aunque tengo algo en contra: su psicopatía ególatra. España y los españoles no contamos para él. A Pedro Sánchez solo le importa Pedro Sánchez.
La realidad de este Gobierno es que el perfil humano es mediocre; el moral, ínfimo y su futuro está en tiempo de descuento. Eso sí, hay algo en contra de esto último: la psicopatía ególatra de Pedro Sánchez
Pedro Sánchez, historia de una ambición (Espasa) de Joaquín Leguina. Este ensayo recoge con detalle el desastre sanitario, económico y social que trajo consigo la pandemia, y también plantea propuestas políticas, como, por ejemplo, la ruptura de la coalición gubernamental con Podemos y la creación de una gran alianza entre PSOE y PP.
Nación y soberanía (Letras inquietas) de Denis Collin. Este libro va directo a la línea de flotación del pensamiento woke/multiculturalista. ¿En qué sentido? Con la elegancia que caracteriza a Denis Collin, que es capaz de escribir contra los agoreros que llevan 30 o 40 años anunciando la inminente muerte del Estado-nación, es decir, contra aquellos neoliberales acérrimos, pero también contra toda la patulea izquierdista que confunde el internacionalismo con la sumisión a una plutocrática gobernanza global.
El Precio de la Libertad (Esfera de los libros) de Regina Otaola Muguerza. Muchos han muerto y otros muchos más han luchado por la libertad en Vascongadas, lugar sometido y embargado por ETA durante décadas al amparo del PNV. En esa situación estaba la autora del libro. Hoy y ahora, con el Gobierno de España actual, no ha servido de nada. Ni las muertes, ni el trabajo ni la honra de ciudadanos, policías y políticos que fueron humillados en tantas ocasiones. Merece la pena recordar a los héroes frente a los tiranos.