En la provincia de Soria hay más pueblos abandonados que habitados. Y no emigran a la capital, porque la población capitalina no aumenta, sino que se está reduciendo, también emigran de ciudades pequeñas a ciudades enormes.

La desertificación, tanto vegetal como humana, depende de la ministra sandía, verde por fuera y roja por dentro, doña Teresa Ribera. Por tanto, se sigue desertizando, de plantas y de hombres, sólo aguantan las piedras.

Tenemos unas provincias donde abundan los monumentos históricos, las piedras, pero no la sociedad, los individuos. Y ahora las ciudades pequeñas también se desertizan en favor de las macrourbes.

Lo pequeño es el único ambiente que el hombre puede controlar y en el que puede ser libre y feliz. Lo grande es incontrolable y encima, esclavizante. Por definición

Pero soy injusto con Ribera: no es desertización, es muerte de lo pequeño, que es más grave... porque la capital soriana tampoco aumenta de población: disminuye. Así, la ciudad más poblada de Soria, o poblada por sorianos, no está en la provincia de Soria, sino en Zaragoza. Una capital de menos de 40.000 habitantes cede ante una capital de más de 600.000.

Y la verdad es que el Gobierno no puede arreglarlo. Tenemos que arreglarlo cada uno de nosotros, acostumbrándonos a vivir en lo pequeño, que es el único ambiente que el hombre puede controlar y en el que puede ser libre y feliz. Lo grande es incontrolable y encima, esclavizante. Por definición.

¿Por qué nos atrae tanto lo grande? Somos como los indígenas emocionados ante una baratija que brilla... y que nos esclaviza

Además, observen la contradicción actual: la tecnología hace que en Soria se pueda acceder a lo mismo que en Madrid, de forma más próxima y más barata. Entonces, ¿por qué nos atrae tanto lo grande? Somos como los indígenas emocionados ante una baratija que brilla... y que nos esclaviza.