El Papa Francisco, cuando era Jorge Bergoglio, superior de los jesuitas en Argentina: "Fuimos forjados por España. Somos hijos de una gran conciencia. Porque la obra de España en América, más que una empresa, fue una misión. Una misión del pueblo español que se volcó a estas tierras con lo mejor que tenía: su cultura y su fe. Misión de los conquistadores que en 50 años recorrieron a pie el continente, fundando pueblos y mezclándose, sin miedo, con los indios".
La cita es recogida por el historiador argentino Marcelo Gullo Omodeo, en su magnífico libro Nada por lo que pedir perdón, obra que sucede a otro estudio genial: Madre patria, obra de la que ya hemos hablado en Hispanidad.
A España nunca le defendemos los españoles: tienen que venir de fuera a hacerlo. Pero el caso de Marcelo Gullo Omodeo va más allá, porque ha cargado sobre sí la defensa de la Hispanidad, creadora del mestizaje al que alude el Papa Francisco.
Insisto; no existe la raza anglo-india, ni la raza franco-magrebí, ni la raza flamenco-indonesia, pero sí existe la raza hispana, mezcla de unos conquistadores que tenían sobre sí a una reina católica, Isabel I de Castilla, que les exigía tratar a los indios como hijos de Dios.
Nada por lo que pedir perdón habla de la acusación de genocidio contra España. Pues bien, fuimos el único país que no perpetró genocidio en la edad moderna. Los únicos que no nos hemos enterado de ello somos los españoles.