Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda y gran admiradora de Pedro Sánchez, ha tenido una idea genial: un impuesto a las flatulencias -vulgo pedos- que lanzan vacas y ovejas. El Economista se lo cuenta con todo detalle.
Es natural. La religión climática exige que quien contamine, pague. Eso sí, en el presente caso no serán las vacas ni las ovejas quienes paguen la tasa, sino los dueños, humanos, de vacas y ovejas.
Esta noticia es muy negativa porque a Marisu Montero no conviene darle ideas.