A los trece años, como muchas otras adolescentes, a Dagny solo el ofrecieron una opción: la transición de género. Y la joven sabía que tenía ese derecho y que quien lo cuestionase se merecía el peor de los castigos por su transfobia.
Tal como publica Religión en Libertad, esta, explica, "es la historia que nos han vendido, y es la única versión. Pero los detransitioners -personas transgénero arrepentidas- somos un inconveniente para este relato". Seis años después, desistió del proceso y comenzó a buscar la felicidad… y a luchar contra quienes se la querían arrebatar por completo. "Necesitamos cambiar el discurso y ese es mi objetivo", advirtió al relatar su historia.
Junto con otras tres amigas detransitioners, Dagny ha fundado el Pique Resilience Project, un bastión de la llamada batalla cultural para enfrentar, con sus propias experiencias y conocimientos del lobby de género, "el discurso único".
"Necesitamos cambiar el discurso. Necesitamos tratar a los adolescentes con paciencia, compasión y madurez. Tenemos que dejar de decirles que su sufrimiento durará hasta que tengan un nuevo cuerpo", expresa.
Concluye con una advertencia en base a su experiencia, pero que es posible extrapolar a la práctica totalidad de detransitioners y afectados por la disforia de género y el lobby LGBT: "Es increíblemente importante que todos, padres, adolescentes, terapeutas y legisladores, comprendan qué tipo de impacto pueden tener las redes sociales en una mente en desarrollo".
Para ella, todo comenzó a los once años, cuando los inevitables cambios corporales de la adolescencia llamaron a su puerta.
"Me sentí humillada por que mis pechos creciesen. Mi periodo fue un motivo de angustia y odio desde que comenzó la menstruación y pese a que se suponía que era algo emocionante para una joven, a mí solo me hizo sufrir", relata.
"En esencia, yo me convertí en una persona diferente" después de que comenzó usar redes sociales, explica mientras las recuerda como "un ambiente insalubre, perturbador y tóxico para ver o usar durante la adolescencia".
Al exponer su visión en redes y grupos LGBT se convirtió en su rehén. "Tras ser afectada por el pensamiento grupal, la vigilancia moral y las amenazas continuas de exposición social, las redes me convirtieron en una persona ansiosa y paranoica sobre las personas que me rodeaban: veía a mis padres como fanáticos tránsfobos por intentar retrasar mi consumo de hormonas… y porque Tumblr lo dijo así. Cualquier persona que confundía [la que creía que era mi identidad] era un enemigo. Me hicieron sentir que tan solo estaba segura en mi mente", relata.