Tres Reyes Magos llegados desde Oriente a adorar al Niño Dios. Ninguna figura evangélica ha agigantado tanto la imaginación como estos tres misteriosos personajes, posiblemente astrólogos, de cuya ciencia supersticiosa se sirvió Dios para el gran salto: desde el pequeño pueblo elegido, los judíos, al resto de la humanidad, cuando los hombres se convirtieron en Hijos de Dios, señores de la creación, acreedores de la verdad.

Es verdad que el título más egregio que pueda tener un hombre -hijo de Dios- nos lo ganó Cristo en la cruz del Calvario, no en la cuna de Belén, pero el proceso comenzó en una cabaña, donde tres hombres ilustres se postran ante un enano, en representación de toda la humanidad. El poder se inclina ante la inocencia y la debilidad de un bebé porque Dios es así de original, casi caprichoso, y quiso encarnarse como cualquier hombre que convenía que el Creador se identificara con su creatura, para que esta pudiera ser elevada a la dignidad de Hijo de Dios. Casi ná.

Con Melchor, Gaspar y Baltasar, el hombre se endiosa. No es que su endiosamiento acabe en la viñeta que adjunta esta nota, viñeta con la que no estoy de acuerdo al 100 por 100. Yo creo que sí hubo pandemia, sólo que no sabemos ni su origen, ni su alcance real, ni si fue provocada o no, Lo único que sabemos es que se empleó para esclavizarnos y para desterrar a Dios de nuestras vidas. Yo sí creo que el cambio climático existe pero no es una falsedad, es sólo una obviedad, aprovechada por el tirano para imponernos sus argollas. Y sí, exagerado hasta el timo. 

Y sí creo que un hombre puede quedarse embarazado, si previamente le conviertes en una mujer artificial. Es decir, en un monstruo. 

Pero hasta nuestros Reyes Magos negacionistas andan más cerca de la verdad que los políticamente correctos... acerca del covid, el cambio climático y la autodeterminación de género, tres estupideces de grueso calibre.

Me quedo con la viñeta.