Como recogió Hispanidad la semana pasada, en EEUU, la Corte Suprema de Alabama -acogiéndose a la normativa propia del estado- sentenció que los embriones humanos congelados son niños, es decir, personas. 

¿Y de dónde proceden esos embriones humanos congelados? De la práctica de la 'Fecundación in Vitro' (FIV) (procedimiento que une en un laboratorio espermatozoides y óvulos), cuya consecuencia es que aquellos embriones que finalmente no se utilizan para esas fecundaciones, que manipulan la concepción, quedan congelados. 

La noticia ha tenido una gran repercusión en EEUU e incluso a nivel mundial. Porque supone reconocer que esas personas (en estado embrionario) tienen una intrínseca dignidad humana, la misma que las de las personas ya nacidas.

Tanta repercusión ha tenido que en EEUU, tanto el actual presidente Joe Biden como el expresidente Donald Trump se han pronunciado al respecto.

Para Biden, muy en coherencia con su pensamiento progre y proabortista (es decir, de no respetar el derecho a la vida de los no nacidos), el fallo de la Corte Suprema de Alamaba es "indignante". Y añadió: "No se equivoquen: este es un resultado directo de la anulación de Roe v. Wade".

Más sorprendentes fueron, sin embargo, las valoraciones de Trump, quien defendió que las técnicas de reproducción asistida (FIV) estén disponibles "en todos los estados" para "hacer que sea más fácil para las madres y los padres tener bebés, no más difícil". Y añadió: "El Partido Republicano siempre debe estar del lado del milagro de la vida, y del lado de las madres, los padres y sus hermosos bebés. La FIV es una parte importante de eso". Por lo que instó al legislativo de Alabama a actuar "rápidamente para encontrar una solución inmediata para preservar la disponibilidad de la FIV en Alabama", recoge Aciprensa

Lo que no reconoce Trump es que la FIV supone intentar la concepción fuera del ámbito natural del coito entre hombre y mujer, lo que en sí mismo puede ser considerado moralmente reprobable.

Y también ignora Trump que por culpa de esas técnicas de reproducción asistida se generan miles de embriones humanos que se quedan congelados en estado embrionario, sin llegar a nacer, lo que también es éticamente reprobable (si congelaremos a un anciano, también lo sería). Además de que muchos de ellos terminan muriendo. 

Lo que también nos lleva a que los embriones son seres humanos, con toda su dignidad intrínseca, y por ello no se pueden matar para  experimentar con ellos.

Hispanidad ha recordado en múltiples ocasiones que las investigaciones con células madre embrionarias no han logrado resultados científicos -han sido un fracaso- y que es mucho más ético y eficaz emplear para las investigaciones las células madre adultas (que proceden de los tejidos humanos y que no plantean ningún problema ético, pues no matan a nadie).

Todo esto quedó perfectamente resumido en la frase de Benedicto XVI: “Dios ama al embrión”. 

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Pero no sólo eso: el Catecismo de la Iglesia Católica, sobre la Fecundación In Vitro (FIV), establece

2376 Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas. Estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales heterólogas) lesionan el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí por el matrimonio. Quebrantan “su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro” (Congregación  para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 2, 4).

2377 Practicadas dentro de la pareja, estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales homólogas) son quizá menos perjudiciales, pero no dejan de ser moralmente reprobables. Disocian el acto sexual del acto procreador. El acto fundador de la existencia del hijo ya no es un acto por el que dos personas se dan una a otra, sino que “confía la vida y la identidad del embrión al poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de dominio es en sí contraria a la dignidad e igualdad que debe ser común a padres e hijos” (cf Congregación  para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 82). “La procreación queda privada de su perfección propia, desde el punto de vista moral, cuando no es querida como el fruto del acto conyugal, es decir, del gesto específico de la unión de los esposos [...] solamente el respeto de la conexión existente entre los significados del acto conyugal y el respeto de la unidad del ser humano, consiente una procreación conforme con la dignidad de la persona” (Congregación  para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 2, 4).

La FIV no es vida, es muerte, sólo que Trump no lo sabe.

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