Hay ciertos alegres ecumenistas que con esto del V Centenario de cuando Lutero clavó en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos del castillo de Witemberg las 95 tesis contra las indulgencias, lo celebran con entusiasmo. ¿Celebrar...? Por lo visto es motivo para celebrar aquello que sirvió para decir por qué la Iglesia era mala, abusiva y corrupta. Pero es que quizá se olviden de que Martin Lutero, monje agustino, que pretendía ayudar los cristianos de a pie a no dejarse embaucar por el mal, provocó un mal mayor: la ruptura de la Iglesia, la que ha durado hasta hoy fraccionando a los mismos creyentes que creen en Jesucristo. Me llama la atención lo mucho que se admiran ciertos estudiosos de todo tipo de disciplinas sobre lo mucho de bien que hizo, y no solo en lo religioso... También en el ámbito político y social. Yo no me admiro, me escandalizo. Sí, a estas alturas todavía hay quien se escandaliza de algo, sobre todo porque se celebre con alharacas este acto promovido por la soberbia personal y la manipulación política de sus propios promotores, especialmente el príncipe Federico el Sabio, que sostenía las clases que Martin daba en la universidad y que le pasaba interesantes dotes económicas para sufragio de sus estudios... y buena vida. Hay quien le ensalza por su aportación al mundo como libertador de los pobres, de salvarlos de las manos de otros clérigos como él, pero estos malos, que se enriquecían a costa de sus necesidades espirituales, y sin que en principio no le faltara razón, en vez de corregir a sus hermanos sacerdotes, solo hizo uso de los campesinos e ignorantes fieles para ponerlos contra la Iglesia y, ya de paso, de la Casa de Habsburgo, que eran los que mandaban en Europa, porque los intereses de los príncipes y de los ricos comerciantes alemanes deseaban quitarse de encima a los españoles para hacer y deshacer como ellos quisieran y no depender de unas leyes que les sujetaban a realidades que ellos no querían. La "libertad" ha sido recurso usado muy a menudo por los agitadores como en las revoluciones Francesa, Rusa y cubana... Y más recientemente por Podemos y el nacionalismo catalán. Y es que al final, el ser humano se rige por las mismas pasiones, solo hay que saber apretar los botones adecuados en cada momento para crear revoluciones, que como se ven están siempre al servicio de los poderosos y el pueblo siempre es la metralla humana con la que hacen palanca para empoderarse ellos. También oigo, y leo, entusiastas de Lutero y su "reforma". No se puede ir más lejos: tratar de decir que es algo bueno lo que desde el principio se hizo mal y con intención de hacer mal. Reformas son las de Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz o san Juan XXIII con el Vaticano II, que trabajando desde dentro de la Iglesia se ayuda a los que estamos dentro y no dividiéndonos en un enfrentamiento fratricida. No haciendo uso de los defectos y los pecados de los que formamos esta Iglesia Santa para romper la unidad que debe imperar entre los hijos de Dios. No, no hay #nadaquecelebrar con este V Centenario de la miseria humana que algunos ponen de relieve para confundir qué es ecumenismo y a dónde vamos con él. Lo único que podemos celebrar es que todavía católicos y los demás cristianos seguimos creyendo en el mismo Cristo que fundo la Iglesia. Ese debiera ser el ecumenismo bueno, no el de ensalzar a los pecadores que rasgaron el velo virginal de la Iglesia aunque sea para poner un punto de origen al conflicto. También mucho se ha dicho sobre el sello que ha editado el Vaticano por este motivo. Sí, soy de los tantos y tantos que no lo comprenden, pero no seré yo quien juzgue lo que han hecho. Pero creo que con mi declaración de no entender, hago bastante. Vendrá alguien más sabio y listo que yo y me lo sabrá explicar. Tres reformadores: Lutero, Descartes y Rousseau (Encuentro). Jacques Maritanin. Obra que fue publicada por primera vez en 1925 trajo al sector, siempre demasiado minúsculo, de los pensadores una obra que enfrentaba a ciertos mitos de las reformas sociales, religiosas e incluso políticas y de cómo entre los tres señalados había ciertas connotaciones que les hacía vivir en un mundo paralelo. Ahora viene a señalar, precisamente en estos días la importancia del saber qué fue de cada uno de ellos y por qué dejaron su huella indeleble, aunque no fuera justa, ni buena. Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental (Ciudadela). Thomas E. Woods Jr. Dice la sinopsis del libro: La civilización occidental nos ha dado el milagro de la ciencia moderna, la riqueza de la economía libre, la seguridad del imperio de la ley, un sentido único de los derechos humanos y de la libertad, la caridad como virtud, un espléndido arte y música, una filosofía fundada en la razón y otros innumerables regalos que la hacen la civilización más rica y poderosa de la historia. Y no voy añadir ni una coma más, solo decir que en el enlace, para quien desee curiosear, puede descargarse el índice de la obra. La construcción de la cristiandad europea (HomoLegens). Luis Suárez. Hasta el siglo XV Europa era sencillamente cristiana, es decir una combinación de fe y hacer social que daba estabilidad a la sociedad lo que propugnó que Europa creciese en todos los sentidos. Sentido religioso y político en una sola dirección. Todo hasta la ruptura luterana donde lo religiosos comenzó a ponerse al servicio del interés político. Libro imperdible. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013
Sociedad
V Centenario de Lutero... #nadaquecelebrar
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