Vacunas: ¿son todas aceptables desde el punto de vista ético? Es una pregunta que todos parecen querer evitar en tiempos de pánico histérico por el Covid. Pregunta molesta a la que no conviene responder, o simplemente hacerlo con la advertencia de lo ya sabido: que la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe dio el visto bueno a las vacunas Covid. 

Hay que acabar con la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio y con el aborto como medio para obtener dinero. Es una obligación moral

Y sí, es cierto: ante la letalidad de la primera ola del Covid (marzo de 2020) el organismo vaticano admitió las vacunas Covid y el propio Papa Francisco las aconsejó. Ahora bien, la SCDF, que ahora lidera el cardenal jesuita español Luis Francisco Ladaria, admitió las vacunas Covid, atención, como mal menor -una teoría moral que no despierta en mí un especial entusiasmo- y sólo como mal menor. Lo hizo ante el avance del virus pero condenó -sí, condenó con claridad-, el hecho de que se usaran líneas celulares abortivas para fabricar las vacunas, uso miserable que las canallescas grandes multinacionales farmacéuticas se han encargado de ocultar y/o despreciar.

Segundo matiz de la aprobación: la SCDF dejaba bien claro que, dados todos los peros y dado que se desconocen, o se ocultan, las consecuencias de los jarabes que nos están administrando, las vacunas Covid no podían ser obligatorias sino voluntarias. Esta precisión cobra en estos momentos una especial actualidad. 

Tercer matiz: la Iglesia, una vez más, deja claro, en el precitado documento de Ladaria, que mejor hubiera sido que los cultivos celulares utilizados para fabricar las vacunas, desarrolladas a partir de células duploides, no procedieran de abortos... lo que, por cierto, podría haberse hecho sin mayor problema. No sólo las células procedentes de embriones humanos son totipotentes. 

Los matices del visto bueno vaticano a las vacunas Covid: es un mal menor, no debe hacerse a partir de abortos y no puede ser obligatoria

Bueno es recordar estos tres matices del escrito de la SCDF, después de que la mayoría, también en medios católicos, se han conformado con el siguiente titular: "El Vaticano aprueba las vacunas Covid". Pues hombre, sí, pero...

Hay otros documentos que conviene mirar antes de tomar una decisión sobre qué hacer frente a las vacunas Covid, ahora que los cachondos que nos manipulan hablan de dos cosas:

1.Vacunas para los menores.

2.Tercera dosis, y cuarta, y quinta, y sexta...  

Por ejemplo, el del prestigioso Elio Sgreccia, cardenal presidente de la Pontificia Academia para la Vida, fallecido en 2019, quien en 2005 escribió un documento verdaderamente brillante, y muy inteligible para profanos como yo, sobre la moralidad del uso de las vacunas que en su fabricación se han utilizado cultivos humanos, líneas celulares procedentes de embriones, es decir, de seres humanos producto de abortos provocados. Si quiere usted hablar con conocimiento de causa acerca de las vacunas contra el coronavirus, le aconsejo que lo lea: aquí lo tiene

El documento de Sgreccia condena la utilización de las dos líneas celulares con la que se elaboran las vacunas.

Por si quieren un adelanto, lo que viene a decir Elio Sgreccia es que es absolutamente inmoral el empleo de cultivos celulares procedentes de abortos provocados. Eso sí, distingue entre cooperación formal o directa, en la que se asume sin ambages esa utilización, y la cooperación material. En definitiva, la cooperación con el uso de cultivos celulares procedentes de abortos a sabiendas y sin que te importe el origen. Al tiempo, habla la Academia Pontificia sobre la menos culpable cooperación material, indirecta, que, en este caso, además, vendría mitigada porque el mal ya está hecho, por su distancia conceptual y temporal (ocurrió hace 30 años) y porque nadie puede devolver la vida a los bebés ya abortados.

Pero ojo, también dice Sgreccia que hay que oponerse a todo tipo de cooperación con cultivos celulares procedentes de abortos... que es lo que han hecho las vacunas Covid. Sí, las de ARN mensajero de Pfizer y Moderna en menor medida... pero también han utilizado caldos celulares procedentes de aborto. 

A partir de ahí, es usted libre para actuar pero, por favor, no diga que lo hace por los demás ni se crea el endiosamiento de los científicos... que no hacen otra cosa que meter la pata

También aconsejo el artículo publicado en la Asociación de Farmacéuticos católicos. Ojalá hablaran y se involucraran más los farmacéuticos, sobre todo los católicos, que en este asunto están tan capacitados, si no más, que los médicos, para hablar: helo aquí.

Se quejan los farmacéuticos de que no se informa a los padres sobre el origen y los contenidos de las vacunas que les ordenan inocular a sus hijos. Ahora lo estamos sufriendo en plenitud. Felicito a la autora: ni que lo hubiera escrito para el Covid.

Vivimos en un sistema donde la Organización Mundial de la Salud (OMS), poblada de corruptos en plena cooperación con las grandes firmas farmacéuticas, no informa para nada a la humanidad, a la que consideran conejillos de indias sobre su actividad, en un momento que hay que aceptar con un acto de fe -ningún credo religioso pide tanto- lo que digan unos desconocidos científicos. 

No nos informan sobre el origen ni sobre las consecuencias de esas vacunas, ahora vacunas contra el coronavirus. Ocultan su origen y ocultan sus consecuencias, en este caso porque supongo que ni ellos mismos las tienen muy claras, mientras que las autoridades sanitarias, es decir, los políticos, cómplices de la gran estafa, aseguran que se guían por "evidencias científicas". Miren ustedes, lo que ocurre es que, hoy en día, científico es aquel que así es nominado por el Nuevo Orden Mundial (NOM). Y el que no, por muy científico que sea, es condenado al ostracismo. Y esto vale para las vacunas, para el cambio climático y el calentamiento mental (perdón global), para la sostenibilidad, la ideología de género y cualquier otra estupidez del siglo XXI. 

Un siglo marcado por la blasfemia contra el Espíritu Santo, el signo del siglo XXI, donde convertimos la mentira en verdad, el mal en bien y la fealdad en belleza (esto último extraordinariamente visible y de lo más comprobable). 

El arriba firmante, o sea, yo, está un poco harto de que la excepción se convierta en regla ética, pero me temo que eso es lo que ha vuelto a ocurrir con el Covid. Si osas, no ya negarte, sino simplemente hacer preguntas sobre las vacunas, eres un negacionista, un irresponsable, un insolidario y probablemente, un asesino.

En su día dije que no me vacunaba y al final lo hice por la presión de mi entorno pero sigo pensando lo mismo.

Me atengo a las conclusiones de Sgreccia. A saber: 

– Existe el deber grave de usar las vacunas alternativas y de invocar la objeción de conciencia respecto a las que presentan problemas morales;

– Respecto a las vacunas sin alternativas, se debe insistir en que es obligación luchar para que se preparen otras, en que es lícito utilizar mientras tanto aquéllas en la medida en que es necesario para evitar un peligro grave no sólo para los niños sino también y, quizás, para las condiciones sanitarias de la población en general, especialmente de las mujeres encinta.

– La licitud de la utilización de estas vacunas no se interpreta como una declaración de licitud de su producción, comercialización y uso, sino como una cooperación material pasiva y, en sentido más débil y remoto, también activa, moralmente justificada como extrema ratio en razón del deber de proveer al bien de los propios hijos y de las personas que están en contacto con los hijos (mujeres encintas);

– Tal cooperación acontece en un contexto de constricción moral de la conciencia de los progenitores, que están sometidos a la alternativa de obrar contra la conciencia o de poner en peligro la salud de los propios hijos y de la población en general. Se trata de una alternativa injusta que debe ser eliminada cuanto antes.

 

Por lo tanto:

Vacunas Covid. Sólo como mal menor podemos aceptarlas: proceden de abortos.

El que no se vacune no tiene por qué ser castigado sino aplaudido y el que se vacune no tiene por qué ser condenado, pero sí informado. 

Hay que acabar con la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio y con el aborto como medio para obtener dinero.

Los matices del visto bueno vaticano a las vacunas Covid: es un mal menor, no debe hacerse a partir de abortos, no puede ser obligatoria.

A partir de ahí, es usted libre para actuar pero, por favor, no diga que lo hace por los demás ni se crea el endiosamiento de los científicos... que no hacen otra cosa que meter la pata. 

Una cosa es la desgracia y otra el síndrome de Estocolmo. No conviene convertir la desgracia en dicha, ni mentirse a sí mismo tan sólo para no hacer el papel de idiota.