Corre por Internet esta denuncia, obra de Mario Vargas Llosa, ahora que está tan de moda, sobre el comunismo que se nos está colando en España, de rondón.
En el siglo XXI, al socialismo no se llega por la revolución. ¡Pueden matarte por eso! y el modelo de revolucionario actual es Pablo Iglesias, ese personaje que galvaniza a las masas y las empuja al enfrentamiento contra las porras de la policía, mientras él se queda en segunda fila para denunciar la violencia del sistema opresor contra las masas indefensas... ante un micrófono y, a ser posible, una cámara de TV, justo el escenario que le gusta.
No, a la revolución marxista del siglo XXI se llega por por los subsidios, por las subvenciones públicas. Por ejemplo, por la política económica de Pedro Sánchez y Nadia Calviño, que consiste en repartir limosnas -reparto de la miseria, dicho sea de paso- en poner todas las pegas del mundo al profesional, al autónomo, al empresario, en definitiva, al emprendedor, mientras alimenta la inacción y la vagancia, amén de multiplicar una burocracia asfixiante y falta al principio económico básico, enunciado por el economista Paulo de Tarso.
El Sanchismo alimenta la vagancia mientras asfixia a los emprendedores, es decir, a empresarios, profesionales y autónomos. Así, España se desliza, aunque no lo creamos posible, a la miseria de Cuba y Venezuela. Y encima tienen la caradura de llamarle a eso democracia
Se trata de que la gente se abandone en manos del Estado, esa cosa grande e ingobernable que siempre pide más de lo que da, en libertad, en bienestar... y en impuestos.
Ejemplo: el año 2023 se ha iniciado con la habitual presunción de Sánchez sobre su salida de la actual crisis económica, salida que anuncia solidaria con los vulnerables -a los que, por cierto, nunca saca de su vulnerabilidad- con un subidón de las cuotas sociales para autónomos y para empresas. José Luis Escrivá, un ministro para olvidar, porque él sí sabe lo que está haciendo, no como las podemitas Irene Montero o Ione Belarra, o los comunistas Yolanda Díaz y Alberto Garzón, más limitados.
Recuerden las ocho palabras con las que siempre comienza el comunismo: “Hola, soy del Gobierno y vengo para ayudarte”
Y así, España se desliza, aunque no lo creamos posible, a la miseria de Cuba y Venezuela. Y encima tienen la caradura de llamarle a eso democracia.
Recuerden las ocho palabras con las que siempre comienza el comunismo: “Hola, soy del Gobierno y vengo para ayudarte”.