El 1 de noviembre es la festividad de todos los santos que, no se lo van a creer, pero tiene poco que ver con las estúpidas calabazas de Halloween que hemos importado, como tantas otras estupideces, del mundo anglosajón. 

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La Iglesia, que fue la que inventó la fiesta de todos los santos, lo que vende es santidad: es decir, dar un sentido a tu vida.

Uno no pasa por la vida: tiene que elegir la vida que va a vivir... o convertirse en un zombi. Y debe elegir a Cristo, el que sacia sin saciar.