Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Vietnam, donde seguir a Jesús puede tener un alto coste ya que los líderes políticos locales pueden utilizar su autoridad para amenazar y castigar a cualquiera que parezca salirse de la cultura o las creencias impuestas, recoge Puertas Abiertas.
Es el caso de Suong (nombre ficticio), una creyente de una tribu del centro-norte del país que actualmente vive bajo una presión implacable por parte de sus padres, su familia política y su propio marido para que renuncie a su fe en Jesús.
«No dejaban de presionarme para que abandonara mis creencias y firmara un documento en el que declarara que renunciaba voluntariamente a mi fe en Jesús», reveló. «Pero no les hice caso».
«Al mantenerme firme en mis creencias a pesar de las presiones que recibía de todas partes, mis suegros [me llevaron] de vuelta con mis padres, con la esperanza de que ellos me convencieran para que rechazara mi fe cristiana». «Cuando les dije que no, me dijeron que me echarían y que no me dejarían volver a casa», recuerda. «Tengo mucho miedo, pero no renunciaré a mi fe».
Suong suplicó a sus padres para que le permitieran quedarse unos días mientras reflexionaba su decisión, pero luego la echaron junto con su hijo de tres años. Tanto su familia directa como su familia política quieren expulsarla de la comunidad y entregarla a la policía local.
Por eso Suong está pensando en coger a su hijo y huir de Vietnam. «No quiero quedarme aquí y tener que renunciar a mi fe. Quiero seguir a Jesús pase lo que pase», declara esta hermana perseguida en Vietnam. «Quiero huir con mi hijo y buscar refugio en otro país donde esté mi hermana, pero no tengo dinero y mi hijo no tiene pasaporte».
Nos vamos ahora a Nigeria, donde Mary Olowe (nombre ficticio), una joven cristiana de 18 años convertida, consiguió con éxito una orden judicial que la protegía de los miembros de su familia que amenazaban con matarla por convertirse del islam, recoge Zenit.
Después de que Mary y su madre solicitaran una orden de alejamiento, un tribunal superior del norte de Nigeria dictó una orden de alejamiento perpetuo contra su padre y sus hermanos. La orden decía: «se prohíbe a los demandados amenazar y atentar contra la vida de la demandante tras su decisión de cambiar de la práctica del islam al cristianismo, así como no vulnerar sus derechos fundamentales en cuanto a la elección de su religión o pensamientos». No se presentaron recursos contra el auto.
«Nos alivia que María haya encontrado protección frente a estas amenazas creíbles y que el tribunal haya reconocido su derecho fundamental a convertirse del islam al cristianismo. Se trata de una decisión importante que rezamos ayude a otras personas que se enfrentan a amenazas contra su vida sólo porque llegaron a creer en Cristo», declaró Sean Nelson, asesor jurídico de ADF International, que prestó apoyo jurídico al caso de Mary.
En Nigeria, los cristianos conversos del islam, como Mary, se enfrentan a una importante hostilidad social. ADF International apoyó los casos de Hannah, Faith, Elijah y Barbara*, todas cristianas conversas perseguidas por los tribunales de la sharia nigeriana. Debido a su fe cristiana, todos fueron llevados ante los tribunales y acusados de apostasía, cuyo castigo incluye la pena de muerte. Todos sus casos fueron desestimados después de que los abogados aliados de ADF International pudieran asesorarlos en su defensa.
Ver cuánto ansiaba la gente nuestra presencia, después de 40 años sin religiosas, superó nuestras expectativas. Fue una acogida muy sencilla, pero muy generosa”
En Mozambique, después de que el país declarara su independencia de Portugal en 1975, los cristianos fueron perseguidos brutalmente, por lo que algunos se habían visto obligados a huir del país. La última congregación había salido 40 años atrás. Hace pocos meses llegaron a Dómuè, una población de la Diócesis de Tete, las Pequeñas Misioneras de María Inmaculada, que fueron recibidas con una gran fiesta.
Una de ellas, la Hna. Mirian dos Santos, declaró a Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) que estaba “atónita y conmovida” por el recibimiento de la gente.
La Hna. Dos Santos compartió con ACN: “Ver cuánto ansiaba la gente nuestra presencia, después de 40 años sin religiosas, superó nuestras expectativas. Fue una acogida muy sencilla, pero muy generosa”. Además de ella, en la comunidad de Dómuè trabajan las hermanas Cláudia Melo y Rita Nascimento. También cuentan con una postulante llamada Agnélia Porto.
Estas pocas hermanas deben encargarse de catequizar y formar a más de 100 líderes comunitarios. “Estamos aquí para servir en todo lo que podamos; estamos deseosas de llevar la Buena Nueva y la alegría del Evangelio a esta gente sencilla que tiene sed de Dios”, explicó la Hna. Nascimento, y agregó que para lograrlo confían en la oración y en el apoyo de todos los católicos.
“La parroquia es pobre y tiene más de 100 comunidades. Necesitamos un vehículo, por ejemplo, para poder visitar las comunidades más lejanas”, señaló la Hna. Dos Santos, haciendo referencia a las dificultades que se viven en una diócesis tan pobre como la de Tete. Y añadió: “Sabemos que será un trabajo difícil, pero tenemos fe en Dios y somos conscientes de que ésta es su misión y de que nosotras sólo somos frágiles instrumentos en sus manos”.