La Corte Suprema de EEUU ha paralizado una ley del Estado de Texas que prohíbe a las redes sociales (Facebook, Twitter…) censurar mensajes contrarios a lo políticamente correcto. Evidentemente, la Corte Suprema no habla en estos términos, sino de mensajes de odio o intolerancia, o que difundan bulos.
Da lo mismo: se trata de censurar a aquellos que piensan diferente del consenso general. Porque, además, ¿quién decide si un mensaje es de odio? Las propias redes sociales que, miren por dónde, están en manos de destacados defensores de lo políticamente correcto.
No es la primera vez que se paraliza la ley texana, aprobada en 2021. La primera vez fue un juez federal, que suspendió su aplicación en diciembre de ese año, suspensión que levantó la Corte de Apelaciones a mediados del mes de mayo. Ahora, dos semanas después, ha sido la Corte Suprema la que se ha decantado a favor de la censura mientras el tribunal de distrito de Texas determina si se trata de una ley constitucional o no.
Hablamos de censura preventiva, esto es, la propia de las dictaduras. Es la que llevó a cabo Twitter cuando suprimió la cuenta del presidente Donald Trump, pero hay muchos más casos menos mediáticos pero igualmente reprobables. En el fondo, se trata de censurar a alguien por sus ideas y de cortarle las vías para que pueda seguir difundiendo sus opiniones. El odio y los bulos son solo la excusa, la misma, por cierto, que utilizan las tiranías para acallar a los disidentes. Luego está la censura posterior o represiva, que es la pena que aplican los jueces cuando condenan a un medio por calumnia o difamación.
Lo más preocupante, sin embargo, es la condescendencia de los medios de comunicación con la censura de las redes sociales. Las grandes agencias internacionales, todas dominadas por el Nuevo Orden Mundial (NOM), no dudan, además, en manipular la información para justificar la censura.
Así, califican de “controvertida” la ley texana que, en fondo, lo que defiende es la libertad de expresión, y dan por hecho que Donald Trump alentó a la violencia antes y durante el asalto al Capitolio el 6 de enero, cuando en realidad hizo justo lo contrario. Para más inri, hablan de varios muertos, pero nunca citan a Ashli Babbitt, la mujer de 34 años, indefensa, que fue literalmente ejecutada por un guardaespaldas. Ténganlo por seguro, si Babbitt fuera de Black Lives Matter, ya sería una heroína con posters en todos los rincones de EEUU, y el guardaespaldas estaría en una prisión de alta seguridad.
Sí, los grandes medios de comunicación están a favor de la censura del NOM porque están a favor de los postulados del NOM. Antes se consideraban medios oficiales o medios del régimen.