En Hispanidad siempre hemos dicho que el aborto es mucho más que el aborto. Por ejemplo: si quieren saber qué hay detrás de un partido o de una ideología, o de un movimiento, basta con preguntarse: ¿Qué plantea ese movimiento acerca del aborto?
Porque esta cuestión no sólo se refiere al derecho a la vida. Es que sin ese derecho, el resto de derechos no existen, resultan una impostura. El abortista no cree en la vida pero tampoco en la libertad.
Ahora bien, la cobardía del aborto -el crimen más cobarde de todos- se ha impuesto en el mundo. Ya no se conforman con promocionar la muerte del inocente sino que unen a esta aberración una segunda: la de obligar a practicar abortos a los médicos. Es decir, no sólo hay que legalizar y financiar el asesinato del inocente sino que, además, hay que perseguir a los médicos que se nieguen a incumplir su juramento hipocrático y, en resumen, a convertirse en matarifes del más débil, indefenso... e inocente.
¿Por qué se creen que, a pesar del precitado triunfo de las posturas abortistas, apenas hay abortos en la sanidad pública? Pues porque ningún médico, hasta los más desalmados, quiere hacer de verdugos. No estudiaron medicina para eso.
Pues bien, esta semana publicábamos que la responsable de Derechos Humanos (precisamente de 'Derechos Humanos”, aunque se supone que todo) del Consejo de Europa, señora Dunja Mijatovic, a la que el diablo confunde, intenta forzar al diminuto país de la isla de Malta, el único que prohíbe el aborto en toda Europa, para que, ojo al dato, no sólo legalice la matanza de los indefensos sino que, además, reduzca la objeción de conciencia de los médicos para negarse a trocear al niño o a envenenarlo en el vientre de su madre.
¿Recuerdan el régimen de terror impuesto durante el jacobinismo en el transcurso de la Revolución Francesa? No sólo llevó a la guillotina a quienes disentían del homicidio y el vandalismo revolucionario sino a quienes no colaboraban expresamente con él. No bastaba con que no te opusieras, tenías que aplaudir a un sistema criminal. La supresión de la objeción de conciencia consiste precisamente en esto: o colaboras activamente o serás guillotinado.
Estos son los 'valores' de una Europa que se está rompiendo. ¿Por qué será que no me extraña?
¡Aguanta Malta!