Claro que quiero tener un coche, lo que no quiero es que el coche me tenga a mí, dijo un filósofo europeo de la posguerra. San Juan Pablo II afinaba más: hablaba de la asfixia del bienestar. Era el mismo tiempo, siendo un sacerdote joven destinado a los miserables pueblos polacos de la postguerra europea y comunista, cuando alguien le daba un sobre con dinero ni lo abría (y mira que era pobre de solemnidad): de inmediato se lo daba al primer pobre que lo necesitara. Del reparto justo de limosnas, que es lo único que se preocupan los políticos, ya se encargará Dios.
Se puede ser rico con espíritu de pobreza y de puede ser pobre codicioso. Depende de lo que gastes en ti mismo
Vulnerables, antes llamados pobres. Probablemente, el concepto de pobreza sea uno de los más esquivos y subjetivos que existan. A cambio es omnipresente. Nuestras madres decían que en la mesa no se hablaba de dinero, quizás porque era lo único de lo que antes se hablaba.
Por eso, alguien se inventó lo de vulnerables, aunque la condición de vulnerabilidad mira al futuro mientras lo de la miseria se sufre en presente.
El socialismo no es otra cosa que envidia. No hay que rezar por los pobres sino por los ricos: son los que tienen la entrada más difícil en el Reino de los Cielos. En cualquier caso, el rico no es mi enemigo
Las subvenciones y subsidios públicos no hacen más que eternizar la pobreza. La acción política no consiste en repartir limosnas sino en no poner pegas a la creación de empleo y en suprimir los impuestos laborales. Aclaremos, pues, conceptos:
1.Se puede ser rico con espíritu de pobreza y se puede ser pobre codicioso. Depende de lo que gastes en ti mismo y depende lo apegado que estés a las cosas. Dividir la sociedad entre ricos y pobres resulta sencillamente estúpido.
2.El socialismo no es otra cosa que envidia. No hay que rezar por los pobres sino por los ricos: son los que tienen la entrada más difícil en el Reino de los Cielos. En cualquier caso, el rico no es mi enemigo.
Dios no quiere pobres, quiere austeros, que una cosa es la santa pobreza y otra la puta miseria
3.Dios no quiere pobres, quiere austeros, que una cosa es la santa pobreza y otra la puta miseria. Ya saben, que mi coche no me posea a mí.
Exige lo que quieras pero dame lo que exiges. Señor, ¿qué quieres que haga? Acepta lo que Él te dé y dale lo que Él te pida. Y con una sonrisa, por favor
4.Teresa de Calcuta, que de pobreza sabía un rato, clamaba así al Padre Eterno: exige lo que quieras pero dame lo que exiges. Y también: Señor, ¿qué quieres que haga? Acepta lo que Él te dé y dale lo que Él te pida.
Y con una sonrisa, por favor. Esto último no es de Teresa de Calcuta.
No al Ingreso Mínimo Vital (IMV), sí al salario mínimo interprofesional (SMI) digno... sin impuestos
Y todo lo anterior tiene algo que ver con la actualidad política. Claro que sí: por ejemplo, el sentido cristiano de la pobreza dice no al Ingreso Mínimo Vital (IMV), que no deja de ser una limosna a cambio de nada y que perpetúa la pobreza, perdón, la vulnerabilidad. Nadie puede sentirse satisfecho cuando recibe algo a cambio de nada, de no contribuir al bien común. Por contra, sí al Salario Mínimo interprofesional (SMI) digno... sin impuestos.
Dios no tiene nada, porque lo es todo...sin caer en panteísmos, que Dios no es un qué sino un quién
Aprendamos del Creador: Dios no tiene nada y lo es todo... sin caer en panteísmos, que Dios no es un qué sino un quién. Porque el asunto no está en tener sino en ser.