La decadencia de la posmodernidad que vivimos se demuestra en varias cosas, no solo en la deriva inmoral en sus decisiones sobre la vida, la muerte o la identidad del ser humano. También el agotamiento -¿o debería decir acogotamiento?- de ideas es una realidad. Las personas están sometidas a la presión de la postverdad, al vaivén de la confusión de todo tipo provocado por el sentimentalismo que ha renunciado a la razón y sin la menor duda al alejamiento de Dios, es decir, la caída en picado del suicidio del alma.
Una vez introducido el tema del caos y la ignorancia supina, que gobierna los tiempos que nos han tocado vivir, les hablaré de lo último que nos llega de Estados Unidos, especialista en exportar guerras y basura ideológica con espíritu globalista. ¿Ha oído hablar del woke? Es posible que no… También es posible que le suene de algo pero no sabe si es un nuevo movimiento musical dispuesto a derrotar al reguetón o un equipo de fútbol de los indios americanos, campeón de la liga en las reservas. O a lo mejor sí, ha leído alguna cosa y tiene una idea somera sobre ello. Si es así, quédese, lo mismo le aporto algo nuevo para que lo explique a sus confusos amigos.
El woke o wokismo, realmente no es una sola idea que trata de armonizar a la sociedad, ni una moda implantada. Es la corriente de varias “cosas” en forma de idea y que todos juntas integran un movimiento en una misma dirección y formando una cosmovisión de la sociedad que no construye, más bien divide. Es decir, son los aquelarres de lo políticamente correcto que surgieran de las universidades americanas, allá por los lejanos años 70 y 80 del siglo pasado, ahora convertido en músculo social, con el que pretenden rescatar la dignidad de ciertas minorías, en algunos casos reales. Pretenden restaurar la justicia a golpe de incendiar las calles, destruyendo e imponiendo su visión de la vida en el rango más bajo de tolerancia, que sin embargo exigen para sí mismos.
El woke como movimiento reúne a feministas radicales, a black lives matter, indigenistas, animalistas o revisionistas de la historia y la religión, entre otros
El woke como movimiento reúne a feministas radicales, a black lives matter, indigenistas, animalistas o revisionistas de la historia y la religión, entre otros. No forman un bloque, sino que cada cosa tiene su guerra, incluso generan litigios de interés entre ellos mismos. Sin embargo, lo que los convierte en un ente común, es decir, en el wokismo, es su agresividad a la hora de defender sus objetivos, el sentimentalismo arraigado para argumentar sus ideas y la intolerancia del pacifista, que todo se puede permitir porque considera que sus ideales están por encima de cualquiera, incluso del ser humano aunque defiendan al hombre o a la mujer, al negro, al indio o al homosexual…
Como toda decadencia, su avance hacia la caída final es un proceso de contradicciones permanente. Sin ir más lejos, la ideología de género, que de alguna manera es madre del woke, se contradice una y otra vez propugnando batallas entre las propias personas que pretenden sentirse liberadas de ciertas autopercepciones en sus equivocados cuerpos. La prueba está en el dislate del feminismo como tal, que fue uno de sus tajamares en la lucha por conseguir espacio social, frente a la ley trans que pretende equiparar a mujeres reales con hombres convertidos en mujer en las bodegas de un frío quirófano.
Otro de los caballos de Troya que comparte wokismo en la plaza del pueblo es el transhumanismo. Una visión del súper hombre que reduce a cenizas a la persona limitada que envejece, que enferma, que en ocasiones queda incapacitado por la enfermedad. Tratan de suplir esa deficiencia biológica con ciencia. Pero se nos olvidan dos cosas: una, que la ciencia es una inversión multimillonaria que solo podrán pagar esos avances aquellos que puedan hacerlo. Esto creará dos clases sociales, los que puedan pagar las facturas y los que morirán en la miseria por no tener acceso a la misma ciencia que pretendía liberar a la humanidad. Y dos, el transhumanismo quiere crear al nuevo ser humano desechando la idea de un Dios creador por otro fabricador exento de la trascendencia del alma.
El woke pretende poner los puntos sobre la íes a todo aquello que no cumple con sus puntos de vista, que casi siempre están prejuzgados desde el anacronismo social o histórico. Quieren darnos lecciones de justicia desde el ajusticiamiento y hacernos sensibles a lo suyo desde el sentimentalismo. El woke no atiende a razones, más bien solo a sus objetivos, que no solo no solucionan los problemas que dicen que existen, sino que los agrava porque empodera a una masa acrítica, desrazonada, y los usa para el propio beneficio de los que capitanean los diferentes movimientos.
Otro de los caballos de Troya que comparte wokismo en la plaza del pueblo es el transhumanismo. Una visión del súper hombre que reduce a cenizas a la persona limitada que envejece, que enferma, que en ocasiones queda incapacitado por la enfermedad
En España todavía no se reconoce un wokismo estructural, pero existe de facto. Los pequeños movimientos subvencionados por instituciones del Estado los están amamantando. Se vive bien de subvenciones y para seguir haciéndolo hay que crear una necesidad aunque sea estúpida o injusta, porque eso no es lo importante. Lo importante es creer que se tiene razón, y que por eso lo hacen. Se convierten en súbditos esclavizados del sistema porque se convierten en dependientes de él, lejos de valerse por sí mismos.
En este sentido, como en España es casi desconocido este movimiento fragmentador no hay apenas libros publicados sobre este tema, ¡aún…! Entonces haré tres recomendaciones dirigidas a los fundamentos de los que pretenden corromper, y que dicho por delante, no son las únicas: la historia, la persona y el género.
Dignidad humana (Almuzara) de Joaquín Mª Nebreda plantea el problema del debilitamiento de la ética pública de nuestra civilización desde la perspectiva del ser humano, orientada hacia dos vertientes: la devaluación del derecho a la vida y sus valores cercanos, así como la invasión de la pseudo ideología de género en imparable proceso de despersonalización mientras, Occidente, no reacciona o lo hace con tibieza.
Dinámicas históricas (Bo) de Peter Turchin. Este libro muestra que una investigación similar puede hacer avanzar nuestra comprensión de los procesos dinámicos en la historia. El autor desarrolla su teoría «Cliodinámica» a partir de la conversión de una amplia gama de factores sociales, políticos, económicos y demográficos a modelos matemáticos. Centrándose en aspectos como la geopolítica, los factores que afectan la solidaridad colectiva, la asimilación étnica, la conversión religiosa, la interacción entre la población o la estabilidad sociopolítica.
El nihilismo de nuestro tiempo (Encuentro) de Costantino Esposito. Reconozcámoslo: la saturación de las circunstancias nos alejan de la reflexión, del análisis personal y nos vemos en muchas ocasiones envueltos en una extraña situación que no comprendemos ni nosotros mismos a pesar de poner el empeño en mejorar. Sin embargo, desde la humildad, no somos capaces porque nos falta información real de nosotros mismos. Este libro nos ayuda a clarificar, a trocear nuestros problemas y a descubrir que muchas veces es más el bulto que la realidad.