Sigo con el repaso a las fuerzas políticas que concurren el día 23 de julio. Hoy trataré el caso amarillista de Sumar y su lideresa, Yolanda Díaz. Como en tantas ocasiones hemos dicho, en la alta política no se da puntada sin hilo, aunque el vestido final sea una patraña. Una lucha por los sillones entre el cada vez menos macho alfa Pablo Iglesias y la emergente Yolandísima. Mesa compartida llena de intenciones ocultas y torcidas, aunque los votantes se limiten a crearse una imagen ficción por el escaparatismo político, que para eso está, para distraer y no ver lo que verdaderamente importa.
Sumar no es algo nuevo. Es un viejo proyecto al que se le ha cambiado el nombre y el color para que siga siendo un colectivismo de salón lejos de las realidades sociales que pretende arreglar pero que cuenta con ellas para auparse al poder. Se llama comunismo. Lo han practicado todo tipo de sátrapas para vivir como nadie vive en el capitalismo al que dicen atacar, y a los que ya no hay quien los mueva del poder. Sumar es una fritura de pescao donde los intereses internos no gozan de buena salud y, sobre todo, donde no hay ninguna buena intención entre los que quieren liderar la formación: cuchilladas, traiciones de pasillo, secretos que revientan, caras tensas…
Sumar es una fritura de pescao donde los intereses internos no gozan de buena salud y, sobre todo, donde no hay ninguna buena intención entre los que quieren liderar la formación: cuchilladas, traiciones de pasillo, secretos que revientan, caras tensas…
La caída en vacío de Podemos y la pérdida de peso específico político ha desbaratado la trayectoria de un partido que sin lugar a dudas ha generado una gran frustración entre sus votantes y seguidores. La incoherencia provocada por el camino emprendido de sus dirigentes y su mensaje, los que vinieron a acabar con la casta pero que han terminado siendo fagocitados por el poder, se han convertido en eso mismo, en casta, es decir en la “clase política” que querían regenerar, siempre poco numerosa, desempeñando funciones políticas seleccionadas, monopolizando facciones de poder y, sobre todo, disfrutando de sus ventajas (viajes a costa del erario público, Falcon en la puerta, chófer y coche oficial, guardaespaldas, sueldos millonarios…).
Esta situación por la guerra del sillón ha generado de momento una purga -¡nadie purga como los comunistas!-. Así, se han llevado por delante a Irene Montero y Ángela Rodríguez Pam, dos mujeres que han hecho mucho daño en especial a las mujeres, dos iconos del Gobierno Sánchez y de su Ministerio de Igualdad. Un ministerio inútil excepto para elaborar leyes no igualitarias y adoctrinar a la sociedad por imposición. Un artificio político, dañino, que ha salido de la izquierda woke, y que ya veremos si el Partido Popular lo rearma o no cuenta con él. Irene junto a Ione Belarra y Pam han hecho mucho daño a la sociedad y, sin embargo, tenemos que agradecer la paradoja de que gracias a esta locura del comando de la tarta, la sociedad haya reaccionado. Muchos de sus votantes se han dado cuenta de que sus hijos son más importantes que las políticas desquiciantes que arrampla con ellos y que se los quitaban de las manos. Solo algunos estúpidos padres desean que un hijo sea trans, que en las aulas de sus pequeños lleguen expertos en masturbación y practiquen con ellos o que sus hijos tengan derecho a tener relaciones sexuales consentidas con un pedófilo.
Mientras estas feministas de salón, que jamás admitirían eso para sus propios hijos, Yolanda Díaz traicionaba a diestra y, sobre todo, a siniestra. Un Pablo Iglesias desahuciado políticamente como primer vicepresidente de, sí, otra vez Pedro Sánchez, colocó a la gallega para guardar el gallinero mientras él se marchaba a la política estratosférica convertido en director y contertulio político de su propio canal. Pablo Iglesias, ese tipo poco fiable que ha ido dejando cadáveres a su paso tales como Íñigo Errejón, Teresa Rodríguez, Carolina Bescansa, Ramón Espinar, Tania Sánchez… Al final, todo queda entre caimanes, porque a Díaz la precede también un importante currículo de traiciones en su escalada política desde su tierra natal, aupándose en algunos a los que luego ha dejado caer cuando ya no les son útiles, como bien cuenta Luca Costantini en este interesante artículo de “Las cuatro traiciones que llevaron a la cima a Yolanda Díaz”.
Irene junto a Ione Belarra y Pam han hecho mucho daño a la sociedad y, sin embargo, tenemos que agradecer la paradoja de que gracias a esta locura del comando de la tarta, la sociedad haya reaccionado
Siempre lo he dicho, en la política no hay ingenuos, esos mueren en seguida. La nueva figura emergente de la izquierda radical fue un capricho de Pablo Iglesias. También ha sido aprovechada por una maniobra de Pedro Sánchez. Ahora está crecida y dispuesta a devorar los restos de Podemos, Más Madrid y otros animales del zoo de la ultraizquierda, pero suavizando las formas, el color, el peinado mechado de rubio, ropa de marca y hablando como si deletreara la canción de “Un globo, dos globos, tres globos”. Un cambio radical que contrasta con el tono irritado y enfadado que los podemitas usan como clave de sol para dirigirse a la audiencia. Pero no todas las tiene Sánchez con Yoli, su perrita de lanas del momento, haciéndole el trabajo sucio, recopilando a la izquierda para luego pactar de nuevo un gobierno de coalición. Pero algo ha cambiado, ahora es con un estómago agradecido, y no como con Pablo Iglesias, que como bien predijo en sus declaraciones antes de ser presidente «no dormiría tranquilo». Efectivamente, no le dejó dormir.
De la Pepa a Podemos (Encuentro), de Felipe-José De Vicente Algueró. Las ideas políticas inspiran los cambios y las reacciones a los mismos movilizan partidos y medios de comunicación que vierten su influencia en la opinión pública. Por eso, el conocimiento de estas ideas es clave para entender los acontecimientos históricos que han marcado a España, así como los agentes que los han protagonizado.
Yolanda Díaz La seducción del poder (Esfera), de Luca Costantini. La ambición y su hábil juego de equilibrios le han permitido una carrera fulgurante y sobrevivir a los momentos más convulsos de la nueva política. Pero ahora se encuentra en una encrucijada. Debe decidir cuándo, cómo y con quién liderará el nuevo espacio a la izquierda del PSOE. Entre la complicidad calculada con Pedro Sánchez, la afilada pugna con Irene Montero y la hostilidad creciente con Pablo Iglesias.
Refutación del feminismo radical (Almuzara), de Javier de la Puerta. «El feminismo es igualdad», insisten con candor tramposo. La sola sugerencia de que sea una ideología más, tan legítima y criticable como todas, provoca anatemas indignados. El autor pincha ese globo protector: liberalismo, socialismo, anarquismo y comunismo hablaban en nombre de la humanidad. La libertad y la igualdad eran conceptos totalizantes de lo humano: por ese ancho embudo ideológico se colaron las mayores distopías totalitarias.