E.On sigue teniendo una deuda (38.895 millones) superior a lo que vale en bolsa (24.220 millones)
Parece que E.On no ha empezado con buen pie 2019, pues ha ganado la mitad que hace un año y ha elevado su deuda (+14%). De hecho, esta última ha ascendido a 18.853 millones de euros en los tres primeros meses del año, quedándose a sólo unos 2.000 millones de la capitalización, que está en torno a los 20.850 millones. Es decir, que la energética alemana ya debe casi tanto como lo que vale en bolsa.
Estas cifras contrastan con la de otras compañías de su sector eléctrico, por ejemplo, la española Iberdrola. Esta tuvo un beneficio neto de 964 millones (+15%) en el primer trimestre y su deuda financiera neta creció en 2.428 millones, hasta los 35.559, una cifra que está bastante lejos de la capitalización (52.545 millones).
En el caso de E.On, el beneficio neto ha sido de 493 millones, un 52% inferior al del primer trimestre del año pasado. ¿Las razones? Fundamentalmente, por mayores gastos de reestructuración (recuerden que se repartió el mercado alemán con RWE para afrontar mejor el escenario tras el apagón nuclear decidido por el Gobierno Merkel), falta de extraordinarios y menores ganancias.
El beneficio cae un 52% por mayores gastos de reestructuración, falta de extraordinarios y menores ganancias
Por su parte, la facturación de la energética alemana ha ascendido a 9.162 millones (+5%), gracias, en parte, al aumento en renovables (+23%). Los ingresos de estas últimas pasaron de 171 millones a 211 por la nueva capacidad eólica marina y terrestre en Europa y EEUU, a pesar de las malas condiciones de viento en EEUU, los menores precios en Reino Unido y el fin de los subsidios en Italia.
“Al margen del caso especial del Reino Unido, nuestros negocios estratégicos registraron un desempeño sólido”, según Marc Spieker, director financiero de E.On, quien confirmó los objetivos anuales de la compañía: un Ebit ajustado de entre 2.900 y 3.100 millones, y un beneficio neto ajustado de 1.400-1.600 millones. Algo en lo que podría contribuir el cierre de la compra de Innogy, la filial de renovables de RWE, pues esperan recibir las autorizaciones necesarias en el segundo semestre, después de que Bruselas abriera una investigación en marzo al respecto.