Rebeca Grynspan, secretaria general iberoamericana, y Pedro Sánchez, ambos con bozal
Rebeca Grynspan, secretaria general iberoamericana, ha sido ha sido recibida por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Ya resulta significativo que la norma de Moncloa hable de América Latina, un galicismo lamentable, cuando la señora Grynspan es secretaria general Iberoamericana, el organismo creado por las cumbres iberoamericanas, que siempre han evitado el término, inventado por los franceses cuando invadieron México: Latinoamérica. Siempre fue Hispanoamérica y cuando los portugueses protestan, iberoamerica. Porque no hablamos latín, hablamos español y portugués.
En cualquier caso, Grynspan es un paradigma del Nuevo Orden Mundial (NOM) que controla desde 2014 el organismo que, con sede en Madrid, porque España paga más cuota que nadie, representa a la Comunidad Iberoamericana de Naciones.
Natural de Costa Rica, Grynspan se ha cuajado en los distintos organismos de Naciones Unidas que velan porque los principios progres (aborto, eugenesia, ideología de género, reducción de la población y capitalismo de Estado) se impongan en sus zonas de cobertura. Grynspan ha estado en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) conocido por subordinar las ayudas a la aceptación de los objetivos de desarrollo sostenible (salud reproductiva incluida) así como en los programas de Mujeres de Naciones Unidas y otros organismos multinacionales. Es decir, que su feminismo radical está asegurado.
Así que Sánchez ha estado encantado de recibirla. Son almas gemelas.
¿Y todo esto para qué? Es el nuevo objetivo de Moncloa: que el Gobierno recupere protagonismo en una Hispanoamérica convertida en la progre Latinoamérica. Para los amantes de las siglas y aún más hortera: Latam.