- Springwater Capital, el fondo buitre fundado por el suizo Gruscha, se hizo con el control de la compañía en mayo.
- En teoría, para poner en marcha un plan de reestructuración de dos años.
- Lo mismo hizo con Unipapel en 2013 y la empresa cerró todas sus plantas en junio de este año.
- Es decir, un especialista en enriquecerse a costa de laminar compañías.
El de la foto es
Martin Gruschka, fundador, hace catorce años, de Springwater Capital (capital de agua de primavera). Era un desconocido en nuestro país hasta que decidió entrar en 2013, entre otras, con la compra de
Unipapel. Como ocurre siempre con los fondos buitre, las declaraciones realizadas entonces por
Gruschka hablaban de fortalecer la empresa y potenciar su crecimiento.
Nada más lejos de la realidad. Tres años después, en junio de este año, el fondo fundado en Ginebra y dirigido por Gruschka anunciaba el cierre de las plantas de Logroño,
Madrid y Guipúzcoa. En total, 316 trabajadores a la calle, a través de un
Expediente de Empleo Temporal (ERTE) de 12 meses como máximo.
Todo eso ya está contado. Lo novedoso es que ahora, después de cerrar Unipapel, Gruschka está haciendo lo mismo con
Pullmantur, empresa que controla desde el pasado mes de mayo, cuando le compró el 51% a
Royal Caribbean. El objetivo, por supuesto, era acometer un plan de reestructuración para sacar a Pullmantur de pérdidas en un plazo de dos años. Lo mismo que con
Unipapel.
Es el
modus operandi de los
fondos buitre en general y de Gruschka en particular. Comprar empresas a precios de saldo y desguazarlas. Son, según el presidente de
Springwater, "compañías especiales", y mejor si está en concurso de acreedores. Lo que no cuenta Gruschka es que
el objetivo del fondo no es reflotar la empresa en cuestión, sino
ganar cuanto más dinero mejor. Y si es más lucrativo desguazarla que mantenerla, no lo duden, la opción será la segunda.
Así que, mucho ojo con Gruschka y con Springwater. Es uno de los
fondos buitre más activos de los últimos años en España. Y mucho nos tememos que
Pullmantur no será su última víctima.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com