Hombres sinceros
La conferencia de prensa impartida el lunes 5 por el ministro de Sanidad, Salvador Illa y el director del Centro de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, convertidos ya en la pareja maléfica, consagra la burla en la que el Gobierno Sánchez ha convertido la lucha contra el coronavirus. En otras palabras, Illa y Simón decretan, imponen y utilizan políticamente el recorte de libertades individuales, desde la movilidad a la libertad de expresión, reunión o de culto.
Todo ello bajo la hipocresía de que lo hacen por nuestro bien y bajo la gran mentira de que recortar la libertad mata al virus, cunado lo que hemos demostrado en España, a costa de más de 50.000 muertos, es que el confinamiento más duro de Europa ha resultado el más letal de Europa: encerrar a la gente en su casa no funciona.
Illa y Simón ocultan su fracaso bajo el Covid bajo el principio: ¿No quieres caldo? Toma dos tazas
Y como norma general, esa que una y otra vez niegan, tanto el político Illa como el doctor Simón: no se trata de eludir al virus (entre otras cosas porque este virus es ultracontagioso) sino de eliminarlo.
Por ahora, en este eliminación, los investigadores, los científicos han fracasado, los médicos, sin embargo, empiezan a triunfar. Por eso, de marzo a octubre, ha descendido la mortalidad entre los afectados.
Don Salvador y don Fernando han convertido la pandemia en arma política
Pero Illa y Simón ocultan su fracaso contra el Covid bajo el viejo principio: ¿No quieres caldo?, toma dos tazas. Mira, pueblo, lo proactivos que somos contra el virus: decretamos más encierros domiciliarios. Por razones, científicas, naturalmente, a pesar de que muchos científicos discrepan. Es igual, ciencia es lo que el filósofo Illa y el epidemiólogo Simón dicen que es ciencia punto y final. Y si los virólogos discrepan… entonces es que no son científicos.
Sembramos el miedo y luego ofrecemos la terapia: enciérrese en su casa, tema a la muerte, que es el mejor modo de acabar temiendo a la misma vida. Y encima, la triste medicina -llamada pánico- que ofrecen Illa y Simón, no funciona.
Pasaremos de penas de multa a penas de cárcel para todo aquel “negacionista”… que se atreva a discrepar de don Salvador y don Fernando. Al tiempo
Además, don Salvador y don Fernando -si, también este último- han convertido la pandemia en arma política. Si se quiere destruir a la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se le impone otro arresto domiciliario a los madrileños y se le tacha de irresponsable por no hacer caso de la histeria general y de la neurosis de Illa y Simón.
En paralelo, el gobierno ha aprovechado esa histeria social para imponer la censura. Un detalle: las ruedas de prensa telemáticas de Moncloa, ministerios y Congreso -que están copiando las empresas- se han convertido en un filtro censor para silenciar al periodista discrepante. Por ejemplo, sin permitirle preguntar.
Pero no necesitan mucho esfuerzo para lograrlo. Lo triste es que una sociedad como la española, histerizada por el miedo a morir por coronavirus, lo que le ha vuelto irracional, no sólo aplaude la censura de la pareja maléfica y sus recortes de libertades: es que incluso pide más. Y el que se niegue será un irresponsable, un insolidario, un loco. Les prevengo: en breve alguien propondrá legislar -castigar- el atentado contra la salud pública por la vía penal. No por vender alimentos en mal estado, como se considera hasta ahora ese tipo de atentados, sino por no cumplir las estúpidas normas que dicta el Gobierno contra el Covid y que se han demostrado un fracaso en la lucha contra el virus. En definitiva, igual que se ha pasado de despenalizar el aborto al derecho al aborto, ahora pasaremos, en nombre de la lucha contra el covid, al derecho de los gobiernos a decirnos cómo tenemos que vivir. Y cuidado: si alguien se atreve a desobedecer al Ejecutivo Sánchez, será acusado de atentar contra la salud pública.
Las ruedas de prensa telemáticas se han convertido en un filtro censor para silenciar al periodista discrepante. Pero no necesitan mucho esfuerzo para lograrlo
Pasaremos, por tanto, de penas de multa o de sanción a penas de cárcel para todo “negacionista”. Es decir, para todo aquel que se atreva a discrepar de don Salvador y don Fernando. Al tiempo.
Todo de la mano de un doctor onegero como Simón y de un político que arrea las bofetadas mirando hacia otro lado, como Illa. Él no se mete con nadie: se mete con todos.