- La vieja Pescanova vuelve a dispararse en bolsa tras un fallo judicial que no cambia nada la cosa.
- La acción ha pasado ya de 25 céntimos a 1,81 euros, sin actividad, ni empleados y sin lógica económica.
- No es descartable que antiguos accionistas estén alterando los títulos para influir en la nueva compañía.
- Los Masaveu y el fondo Broadbill ya se han ido, con plusvalías de 800.000 euros y un millón.
- El Santander, por cierto, vuelve a escena: se fue en 2014 pero al comprar por un euro el Popular tiene un 5,6%.
La
vieja Pescanova vive desde su regreso a bolsa, el pasado día 7, un extraño delirio -o un
sinsentido, si lo prefieren- que no se corresponde con la situación real de la empresa, cuyo único activo es el 1,6% que posee en la
nueva Pescanova (
en la imagen, Ignacio González, consejero delegado) y los apoyos que reciba desde ésta por los acuerdos de segregación. Y esos apoyos seguirán, según la última decisión de un juzgado (el número 3 de
Pontevedra), que ha desestimado la petición (de la Nueva Pescanova) de que se declarasen nulos, según el
hecho relevante de Pescanova S.A. Por ese concepto ingresa unos 16.000 euros al trimestre.
Nada cambia en esencia, al margen de ese
litigio, y menos todavía las razones que alientan las subida en bolsa (hoy también, un 20%). Tuvo una
lógica económica que en su regreso a cotizar,
el valor se desplomara un 95% -después de cuatro años sin hacerlo-, al contrario de lo que ha ocurrido desde entonces, que se ha revalorizado en torno al 30%, pero sin desarrollar
ninguna actividad ni empleados. El
valor de los títulos ha pasado así de 25 céntimos a 1,81 euros, llegando a superar los 2 euros (el día 13).
Las razones de las subidas (ojo y también de las bajadas, que de todo ha habido) no tienen otro sentido que la
especulación pura y dura. Tanto es así, que
la CNMV se vio obligada a recordar lo que ya había advertido a raíz de la su regreso a bolsa, las expectativas mínimas de negocio, beneficio nulo y complicada situación financiera. Y no es descartable que en ese juego estén interviniendo también antiguos accionistas con la alteración de valor como herramienta para atacar a la
nueva Pescanova.
Entre los
antiguos accionistas se han marchado ya
Carolina Masaveu y el fondo
Broadbill (que también está en la Nueva Pescanova), con plusvalías, ojo, de 800.000 euros y un millón, respectivamente. Masaveu, en concreto,
se llevó las plusvalías de Pescanova SA a Liberbark, en medio de la tormenta que azotaba a la antigua caja asturiana por la intervención del Popular.
Permanecen en el accionariado, sin embargo,
Fernández de Sousa,
Damm y el fondo
Luxempart y unos
9.000 pequeños accionistas que quedaron enredados y que quieren vender sus títulos.
El próximo día 27, la Nueva Pescanova, que preside el exdirectivo del Popular
Jacobo González-Robatto, celebra
junta de accionistas, en la que se debate si siguen o no los
dos consejeros de la vieja Pescanova, una vez que su participación se diluyera del 20% al 1,6% tras la ampliación de capital de abril. En concreto,
los bancos acreedores, que controlan el 77,6% de capital quieren que el consejo se reduzca de 12 a 10 miembros. Pero lo antiguos accionistas entienden que su permanencia forma parte de los acuerdos.
Paradójicamente, el
Santander vuelve a escena tras la compra por un euro del
Popular. El banco que preside
Ana Botín se desmarcó del proceso de rescate de Pescanova en 2014 y vendió su parte de deuda a un
fondo con un descuento del 95%. Pero el Popular siguió con su participación del 5,6%, ahora en manos del Santander.
Rafael Esparza