- Justo en el momento en que España aprovecha el programa europeo de Defensa para pintar algo.
- Enders saldrá en 2019 y cambia el 'número dos': Guillaume Faury reemplaza en febrero a Fabrice Brégier.
- Cospedal va a por todas para aumentar su participación en el consorcio, ahora en 4,18% de la SEPI.
- El malestar en el Ejército español sigue por los infundios lanzados tras el accidente del A400M.
- Por cierto, persiste una pugna por el modelo de Airbus, el de una empresa privada o un ministerio público.
Airbus se ha rendido, finalmente, con la
reestructuración de su cúpula directiva, a los casos de corrupción que han debilitado al gigante aeronáutico euros los últimos meses. No es cuestión sólo de irregularidades, que también, sino del enfrentamiento latente de
Francia y
Alemania, que acorralan, a su vez, a España, situación que aspira a invertir la ministra de Defensa,
Dolores de Cospedal.
De momento, el Consejo de Administración ha dado un paso que pone fecha a la salida presidente ejecutivo, el alemán
Tom Enders, en 2019, al tiempo que orquesta un relevo del
número dos, el francés
Fabrice Brégier: deja sus funciones en febrero al frente de la rama de aviación comercial (Airbus Commercial Aircraft) y le reemplaza el jefe de la división de Helicópteros,
Guillaume Faury.
Es, en fin, el desenlace para responder a los escándalos de sobornos y corrupción para conseguir contratos (la venta de aviones de combate
Eurofighter, por ejemplo, al Gobierno austriaco), algo que puede saldarse con fuertes multas y que han lastrado el valor. Los casos afectan, de uno u otro modo, a
Reino Unido, Francia, Alemania y Austria, mientras investigaciones judiciales, que arrancaron hace un año, siguen su curso.
Todo responde a la presión francesa, harta del protagonismo alemán. Se ha aprovechado así de las acusaciones de corrupción para tumbar a Enders. Ahora bien,
los dos países tienen la misma participación en Airbus, un 10,9% cada uno, a través de las empresas públicas
Sogepa y
GZBV.
A ese debate se une otro, el modelo de funcionamiento de Airbus. ¿Cómo una empresa privada o marcada por imperativo político, como un ministerio público? Las posturas en ese aspecto también difieren de un país a otro.
La situación en Airbus, en paralelo, no se observa con indiferencia desde España, en un momento, además, en que España ha entrado en el
programa de cooperación estructurada permanente en materia de Defensa europea (PESCO) para llegar al 2% del PIB en gasto en defensa (la queja de Trump).
Dicho de otro modo, la ministra de Defensa,
Dolores de Cospedal, no sólo quiere mantener la participación española en Airbus a través de la SEPI (4,8%), sino que sopesa aumentarla, como recomendó el Tribunal de Cuentas.
Rajoy ha recordado, este viernes, que España ha estado "en el grupo de cabeza" del PESCO, a la que sea han todos, salvo Gran Bretaña, Dinamarca y Malta, al tiempo que ha puesto en valor que la
industria española de defensa "se beneficiará" de "proyectos concretos".
Una cosa está clara: lo poco que pinta España, arrinconada en el consorcio por el eje franco-alemán, sin olvidar el malestar en el
Ejército español por los infundios lanzados tras el trágico accidente del A400M en 2015. Fue
la gran mentira alemana para calumniar a los
ingenieros y
militares españoles, aprovechando el poco peso de nuestro país.
Rafael Esparza