El presidente del BBVA, Carlos Torres, quiere llegar hasta el fondo de la cuestión. Primera medida de calado, cesar a Eduardo Arbizu
Eduardo Arbizu ha sido, junto a Jaime Sáenz de Tejada, uno de los hombres más fieles a Francisco González (FG). No le tembló la mano, por ejemplo, a la hora de advertir a los directivos cesados de que no podían seguir trabajando en otra firma sin permiso de la autoridad, si querían cobrar la indemnización (en forma de sueldo mensual) del banco hasta su jubilación.
Arbizu ha trabajado más de 17 años en el BBVA de FG pero no ha sido imputado por el juez Manuel García Castellón por el escándalo Villarejo. Da lo mismo: Carlos Torres ha decidido, por fin, coger el toro por los cuernos y ha cesado al responsable de regulación y control interno de la entidad. Naturalmente, la decisión nada tiene que ver con el hecho de que Arbizu fue uno de los que le disputó el puesto de CEO en 2015. Otro de los candidatos era Sáenz de Tejada y tampoco está imputado. Jaime, vete preparando las maletas.
Y FG asegura que se ha enterado de todo el escándalo Villarejo por la prensa. Igualito que el otro FG (Felipe González), que se enteró de los GAL por la prensa. Y eso ha provocado un rotundo consenso en el sector: no se lo cree nadie.
Desde el mes de enero -el caso estalló el 9 de ese mes- hasta el 30 de junio, los depósitos de la clientela en España descendieron desde los 183.414 millones de euros registrados en diciembre de 2018 hasta los 180.434 millones
Sea como fuere, el escándalo no parece afectar ni al negocio ni a la cotización del banco aunque sí a su reputación, tal y como reconoció Onur Genç el miércoles, durante la presentación de resultados. “No nos gusta aparecer en los medios de comunicación a diario”, señaló. “Evidentemente tiene un impacto reputacional”, sentenció el CEO del BBVA.
Y es cierto, aunque aún es pronto para evaluar el impacto del escándalo en el negocio, porque la entidad fue imputada el dos de julio, dos días después del cierre semestral. En cualquier caso, desde el mes de enero -el caso estalló el 9 de ese mes- hasta el 30 de junio, los depósitos de la clientela en España descendieron desde los 183.414 millones de euros registrados en diciembre de 2018 hasta los 180.434 millones.
Una caída de 2.980 millones de euros que el grupo no ha podido compensar con la actividad internacional: los depósitos del grupo se sitúan en los 375.104 millones de euros, frente a los 375.970 millones de diciembre de 2018. El dato contrasta con el del Banco Santander, que ha cerrado el semestre con 814.751 millones en depósitos, frente a los 780.496 millones registrados en diciembre de 2018.
No solo los depósitos: los préstamos y los recursos fuera de balance también retroceden en la división española del BBVA. La cotización, de momento, no se inmuta.