- Estamos ante la presunta lucha por la verdad en internet: ¡Jo jo!
- Esto no es más que una estafa donde los demonios se disfrazan de ángeles.
- Y la clave es: ¿quién decide qué es verdad y qué es mentira? ¿El poder político? ¿El económico? ¿El editorial?
- Por cierto, la verdad no está en el consenso. Es más, muchas veces es patrimonio de una exigua minoría.
- Tampoco la ética.
La sociedad de la información, la de ahora mismo, la que aseguraba no creer en la verdad pretende ahora luchar contra las
noticias falsas. Ya hemos hablado de este asunto y es harto divertido.
Sin embargo, una sociedad que no cree en la verdad se encuentra ahora acongojada ante la profusión de noticias falsas.
¿Acongojada? Claro,
porque una cosa es la presunción adolescente de negar la verdad y otra comprobar que sin verdad no puede haber principios ni vida. Es más, la mentira no sólo afecta contra sus principios -que no tiene- sino contra sus intereses -que sí tiene y muchos-.
Pero
volvamos a la congoja global por las falsas noticias. La campaña no proviene del amor a la verdad sino por los intereses -o el dinero- perdidos.
Así,
las dos puntas de lanza por la verdad en la información son los mercados financieros y la vanidad corporativa. Perdón,
imagen de las grandes multinacionales. Ambos pueden perder dinero por una noticia falsa.
Ahora bien, también pueden perderlo, no por una noticia falsa sino, por ejemplo,
por la mala opinión de un analista, o de un periodista sobre Ceo. Es decir, por una opinión, no por un dato. Y las opiniones son libres.
Pero sin llegar a tales honduras,
toda la campaña actual contra las falsas noticias es aún más espuria, más miserable.
Es una forma de
censura global en nombre de la verdad, que tiene bemoles. Porque si
Google y Facebook, los grandes ladrones de información del planeta, los que no crean sino que sólo copian, los que copian todo tipo de falsedades… son los que tienen que decidir
qué noticia es falsa y cuál verdadera… me va a dar una 'jartá' de reír.
Y eso es justamente lo que pretende el poder de la sociedad de la información:
que sea el poder quien decida lo que es verdad y lo que es mentira. De esta forma, conseguiremos el totalitarismo informativo… en nombre de la verdad. Que es eso, y no otra cosa,
la campaña contra las 'falsas noticias'.
Todo esto no es más que una estafa donde los demonios se disfrazan de ángeles.
Y la clave es: ¿
quién decide qué es verdad y qué es mentira? ¿El poder político? ¿El económico? ¿El editorial?
Por cierto,
la verdad no está en el consenso. Es más, muchas veces es patrimonio de la una exigua minoría.
Tampoco la ética.
Aquí lo que hay es mucha cara.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com