Duras palabras del presidente norteamericano contra Vladimir Putin: no tenía por qué bombardear zonas civiles. En efecto, no tenía por qué. Concluye Trump que parece que el ruso no quiere parar la guerra.

Esto lo dijo en Roma, con motivo del entierro del Papa Francisco. Tan sólo 48 horas antes. Desde Washington, Trump y su equipo aseguraban que a Estados Unidos se le está acabando la paciencia. O Putin y Zelenski llegan a un acuerdo o se terminarán las negociaciones de paz.

Lo que significa que volvemos a la guerra, fácilmente ampliable a Europa y que, encima, perdemos el objetivo secundario pero a la larga aún más importante que la propia paz, como es atraerse a Putin a Occidente, a la civilización cristiana a la que pertenece. De otra manera, Gog, como se le conoce en tantas profecías a la potencia rusa, volverá a hacer el mal en el mundo. 

El asunto no es baladí.