El Gobierno compra con dinero publico a la prensa grande
Consejo de Ministros del martes 10 de diciembre. A escena, junto a la cada día más enrocada ministra portavoz, Pilar Alegría, los titulares de Exteriores, José Manuel Albares; de Industria, Jordi Hereu y de digitalidades varias, Óscar López.
Empecemos por este último, nuevo competidor con Ayuso en Madrid, quien amenaza con convertirse en el ministro más mentiroso de la Corona, por encima de su tocayo Óscar Puente y de la mismísima vicepresidenta primera del Gobierno, Marisu Montero.
López ha hecho plural a RTVE (ahora su Consejo se divide en sectarios de izquierda y sectarios de ultraizquierda).
Ejemplo, para combatir el bulo y la desinformación -“un fallo del sistema”- don Óscar asegura que sigue el reglamento de la Unión Europea al respecto. Lo que ocurre, lo que va a hacer, no es más que repartir dinero público entre el oligopolio de la prensa, los grandes medios, domesticados por el Gobierno. Así conseguirá que unos medios, ahora en su inmensa mayoría quebrados, sobrevivan, para mayor gloria del Gobierno mientras la prensa independiente de Internet es ninguneada y a ser posible asfixiada económicamente, para que deje de criticar al Gobierno. Porque es esa prensa independiente la que realmente critica al Gobierno. Para ello hay que presionar a los grandes anunciantes del país para que retiren la publicidad, su principal medio de vida y conseguir que todo el mundo hable a través de Google... que es quien ha robado a los medios tradicionales todos sus ingresos publicitarios.
Pues bien, el Gobierno prepara 250 millones en ayudas al oligopolio informativo para la digitalización de los medios “serios”. Es decir, de los medios dóciles.
Y recordar, nuevamente, que todo esto no sería posible si no fuera porque el propio sector apoya al Gobierno en este liberticidio. Eso es lo grave.
El Gobierno prepara 250 millones en ayudas al oligopolio informativo para la digitalización de los medios “serios”
Incluidos las asociaciones de la prensa y naturalmente de censores, que han visto en los nuevos pigmeos de la empresa independiente de Internet su principal competidor. Después de todo, este liberticida ascenso no deja de ser una chorrada porque, como saben los que están atentos al signo de los tiempos, el periodismo independiente puede hacer daño al dependiente pero nunca el Gobierno conseguirá cerrar la boca a su crítico más ácido: las redes sociales o el periodismo ciudadano.
Luego viene lo de José Manuel Albares, titular de Exteriores, que supera a su colega: a estas alturas todavía no nos hemos enterado si los yihadistas, es decir, los fanáticos musulmanes que han tomado Siria son buenos o malos. Muy sutil, como buen diplomático, Albares nos indica que no nos preocupemos porque a la gente hay que mirarla por los hechos. Hay que esperar a ver si los barbudos musulmanes, muy parecidos a sus casi vecinos talibanes, son buenos o malos.
Se remodela la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID)... para incorporar a la ayuda al pobre cuestiones como la Agenda 2030, la ideología de género, la emergencia climática... y para aumentar el número de funcionarios
Albares también nos informa de la remodelación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Una revolución, oiga, que va a consistir en dos líneas de actuación. La primera de ellas es incorporar al desarrollo de los pueblos, a la ayuda al pobre, cuestiones tales como la Agenda 2030, la absorción pura y dura de la solidaridad privada en la agencia pública -que no nos pase nada-, la introducción de la ideología de género en la susodicha ayuda al desarrollo, así como la emergencia climática.
Y naturalmente, las formas de la AECID pasan por… incrementar el número de funcionarios que se dedican al desarrollo y pagarles mucho mejor.
En definitiva, que todos los filántropos paniaguados del PSOE tengan un salario público a cargo del loable desarrollo del Tercer Mundo, vivan como reyes a cambio de dedicar dinero para la ayuda a los huérfanos y, de paso, tengan un empleo seguro, con la garantía del Estado. Pero ¡qué grande eres, Albares!
El Gobierno, al igual que quiere controlar todo el Ibex, quiere controlar toda la industria. Algo que no suele gustar ni a las multinacionales ni a las pymes
De postre, aparece el ministro Jordi Hereu, que al menos no es tan sectario como sus compañeros de Gabinete. Nos anuncia una ley de Industria, nada menos, pero todavía no sé de qué se trata. Eso sí, sabemos que el Gobierno, al igual que quiere controlar todo el Ibex, quiere controlar toda la industria. Algo que no suele gustar ni a las multinacionales ni a las pymes. Pero no puedo juzgar nada más porque tampoco sé nada de la ley. Hereu habla mucho y dice poco. Eso sí, como no desperdicia la oportunidad de meter la pata, doña Pilar Alegría nos informa que antes se comentaba que la mejor ley de Industria es la que no existe. Que no doña Pilar: era la mejor ley de prensa la que no existía.
En fin, que la próxima tarea del próximo gobierno consistirá en echar abajo todas las leyes del Gobierno socialista. Bueno, no todas, sólo la generalidad.