Alguien en el Vaticano, por ejemplo monseñor Pietro Parolin, secretario de Estado, debería aprender del desastroso cierre de Iglesias en Roma, perpetrado en marzo de 2020. “A bodas me convidan” pensó el Gobierno italiano de entonces: acabemos con la Iglesia. Ya no necesitamos cerrar o incendiar templos: los propios curas lo hacen por nosotros.  

Fue entonces cuando todos los obispos del mundo, al menos los que querían mantener el culto, más importante que nunca en tiempos de epidemia, se encontraron sin argumentos para hacer frente a una clausura eclesial sin precedentes, salvo en tiempos de persecución directa y salvaje. Y sin disparar un solo tiro.

Porque claro, si Roma cierra las iglesias, ¿cómo va a ir un párroco contra Roma? Aún así, hubo obispos y sacerdotes valientes, que no sólo mantuvieron sus iglesias abiertas sino que se aproximaron al prójimo más de lo que aconsejaba el… “protocolo sanitario”.

Porque ahora, un decreto Parolin prohibirá a los empleados y visitantes del Vaticano acudir a sus puestos de trabajo si no tiene pasaporte sanitario: es decir, debidamente vacunados, quieran o no, o con certificado de que no tienen Covid, pagado de su propio bolsillo, y que supone la forma más rápida y eficiente de arruinarse.

¿Nos damos cuenta de lo que la medida de Pietro Parolin supone? ¿Vas a prohibir a los fieles entrar en la Iglesia de San Pedro sin el justificante en la boca? Y ya metidos en harina, ¿qué pasa con la confesión sacramental, tan contagiosa, sobre todo, cuando hablamos de penitentes y penitenciarios sordos?

A ver, muchacho, al archivo: el cristianismo es una religión social y una religión de esperanza. Por la primera nota distintiva necesitamos que haya culto y sacramentos, necesitamos público, fieles; por la segunda, los católicos estamos llamando a confiar en Cristo, aún más que en las evidencias científicas.

Más que nada porque Cristo existe y las evidencias científicas son un ente de ficción o una contradicción ‘in suis verbis’o es evidencia o es científica.

Y el objetivo del Vaticano, sin abandonar las medidas sanitarias, consiste en que los católicos confíen en la Providencia y en que puedan acudir a los canales de gracia… vehiculados a través de los sacramentos, en su mayoría públicos y realizados en el templo.