"Cuando te hartes, llámanos". Esa es la máxima de Oudertelefoon, un teléfono para padres, niñeras, abuelos o matrimonios desesperados llenos de preguntas en plena pandemia sobre "la crianza de los hijos o con problemas familiares". Al otro lado del aparato hay voluntarios que contestan en inglés o neerlandés, llenos de paciencia y ofreciendo un oído atento para aliviar a quienes están ante la desafiante tarea de sobrevivir al confinamiento total. 

Según publica El Mundo, cuatro colegas -jóvenes sin hijos (que eso aporta mucha experiencia a la situación)- se pusieron en marcha, sin presupuesto, y montaron el teléfono, la asociación, el seguro y la campaña para darse a conocer. La llamada es "siempre segura, anónima, gratuita y para todos los padres" y el objetivo es luchar contra el "tabú" de pedir ayuda en tiempos difíciles, por lo que unieron fuerzas y movilizaron a unos 35 voluntarios expertos en salud, educación, pedagogía y psicología para ofrecer el respaldo a quien lo necesite: "No les decimos lo que tienen que hacer, los escuchamos y ellos llegan a sus propias conclusiones".

Y atención, porque "Los padres pueden ahora gritar al teléfono, una opción que tiene unos días y está a punto de explotar. Ha sido elegida por más de 1.200 padres. Cada pocos minutos, alguien llama para gritar. Lo sabemos porque vemos qué opciones se eligen: uno para hablar con un voluntario, dos para meditar y tres para gritar, que es la que están eligiendo como el 80% de los padres estos días", explica Sandelowsky.Al otro lado del teléfono no hay nadie: una operadora saluda, dice a los padres que "pueden gritar después del pitido" y suena una música metalica para acompañar el grito. "Todos nos llevamos las manos a la cabeza alguna vez, y no es nada de lo que avergonzarse", explica la organización. En Países Bajos, ya existía el teléfono para niños desde hace años, el Kindertelefoon, que recibió en los meses de la primera ola más llamadas que en toda su historia. ¿Quién gritará más, los padres o los hijos?