El pasado miércoles tuvo lugar el debate por la Presidencia del Consejo Europeo. Nico Cué -candidato principal de la izquierda europea nacido en Asturias-, Ska Keller -de la formación verde-, Jan Zahradil -líder conservador y reformista-, Margrethe Vestager -demócrata-, Manfred Weber -líder del Partido Popular europeo- y Frans Timmermans -líder socialista europeo- argumentaron sus posturas respecto a seis temas de actualidad.

Las intervenciones no pasaban de un minuto cada una y, además, los participantes contaban con treinta segundos extra para replicar a otros candidatos en hasta dos ocasiones. Ahora bien, con tan poco tiempo apenas cabía lugar a explicaciones o al desarrollo de ideas con medidas puntuales y, de hacerlo, se inclinaban por la demagogia. En definitiva, un debate dinámico, que no entró en los temas con profundidad alguna, en el que el clima es más importante que cualquier otro aspecto. 

Inmigración

El primer bloque trató la inmigración irregular. Todos estuvieron de acuerdo en que Europa puede ayudar más. Ahora bien, había quienes disentían en algunas de las medidas. Según la derecha, hay que mejorar el control de las fronteras, un hecho que le parece insuficiente a la izquierda. Asimismo, Weber (PP) y Timmermans (PSOE) manifestaron la necesidad de ayudar a África con un Plan Marshall. En conclusión, Europa todavía puede ser más solidaria.

Desempleo juvenil

Los seis candidatos aludían a la responsabilidad en cuanto al desempleo juvenil. No obstante, las posiciones sobre quién debe aplicar o recibir qué medidas eran del todo dispares. Mientras el liberal Zahradil insistía en que son las empresas a quienes hay que ayudar, el candidato principal de la izquierda, Cué, aludía a la precariedad laboral y a las “políticas ineficaces” de la derecha, tirando por el bando de los trabajadores.

Por otro lado, mientras cinco candidatos se centraban en aspectos como el salario mínimo, los tipos de contrato o la movilidad de los jóvenes para aprender (incrementar los erasmus), Keller conducía un discurso contra la austeridad de los Gobiernos que desembocó en la lucha contra el cambio climático.

Medio ambiente

El cambio climático preocupa mucho, tanto que los candidatos preferían utilizar el término “crisis climática”. Tal y como era de esperar, Keller disfrutó de su momento estrella a lo largo de este bloque, en el que no dudó en rebatir al popular Weber, afirmando que “estamos regalando certificados de emisión”.

A excepción de Cué, el resto mostró su malestar de forma moderada, llegando a la conclusión de que se nos agota el tiempo. Por su parte, el asturiano Cué daba las gracias a los jóvenes por sus protestas respecto a este tema: “no se les escucha”, afirmaba. Asimismo, ha criticado a las multinacionales, “las grandes contaminadoras”. Terminaba sus intervenciones sentenciando que “me parecen insoportables este tipo de discursos”, en respuesta a las palabras y la posición de Weber.

En cuanto a medias concretas propuestas por los seis: grabar con impuestos el queroseno, dar un nuevo enfoque a la PAC (Política Agraria Común) respetando el medio ambiente y apostar por las nuevas tecnologías para crear empleo de forma sostenible, tanto a nivel ecológico como económico.

Fiscalidad

La economía pasó por alto a lo largo del debate. Este bloque se centró en la situación fiscal, enfocada al pago de impuestos de empresas como Amazon o Apple. Los seis candidatos afirmaron que la situación no es justa y que todos tienen que pagar su parte correspondiente. Otra de las medidas estrella en las que cinco de ellos están de acuerdo es en la bajada del impuesto de sociedades; Zahradil difería.

Política exterior

Al hilo de la guerra comercial entre EEUU y China daban paso a un nuevo bloque sobre política exterior, enfocado al comercio. “El comercio es el principal motor de Europa”, afirmaba el conservador Zahradil, a lo que Weber añadía que “EEUU son nuestros amigos”. El resto abogó por unirse y dar pie a una “Europa más confiada”.

Euroescepticismo

Saltó el tema de los nacionalismos que Weber consideró “egoístas”; por su parte, Keller dejó el ecologismo de lado para afirmar que “no hay que darles demasiada chancha”. Y es que, mientras todos pedían unidad, el conservador Zahradil se alejó de sus compañeros alegaban que hay que encontrar un equilibro entre el nivel europeo y el nivel nacional. Timmermans comparó la situación de la UE actual con ‘Juego de tronos’; mientras, Cué tachó de fascistas a Italia y Hungría.

En definitiva, un debate políticamente correcto al igual que superficial. El que más difería era el conservador Zahradil, Cué destacó por sus 'insultos' y 'acusaciones' a otros partidos y Timmermans se esforzó en mantener una posición socialista moderada. Del resto, destacó Keller, barriendo para su terreno -la "crisis climática"- siempre que tenía ocasión, sin importar el tema que se debatía en el momento. Weber tuvo que defender su partido de medidas que llevó a cabo en el pasado y los discursos de Vestager, en palabras de Cué, "hablan pero no abordan los problemas reales"... mucho ruido y pocas nueces.