Abengoa ha conseguido ya las adhesiones necesarias de los acreedores al contrato de bloqueo (o lock-up) y seguir adelante con la segunda reestructuración de la deuda. Ha sido preciso, eso sí, ampliar los plazos para las adhesiones dos veces este mes.
Supera, por tanto, un obstáculo, ya que debía recabar el apoyo de dos terceras partes (66%) de los impugnantes, entidades avalistas, acreedores y bonistas del segundo tramo de dinero nuevo (new money 2) y del old money, los más reticentes.
La ingeniería que preside Gonzalo Urquijo se comprometió con los bancos, tras el acuerdo anuncia a finales de diciembre, a dejar en suspenso hasta el 31 de enero el ejercicio de cualquier acción o derecho y a congelar cualquier trasmisión de deuda, a la espera de ese trámite. A partir de esa fecha, pondrá en marcha, no sólo el acuerdo con la banca, también las líneas marcadas en el plan de viabilidad a 10 años, un programa de supervivencia, como quien dice, con proyectos de riesgo controlado y poco coste, aprovechando la sociedad conjunta con Algonquin.
A partir del 31 de enero se pondrán en marcha el acuerdo con la banca y las líneas marcadas en el plan de viabilidad a 10 años
La ingeniería informa en estos términos a la CNMV, a través de un hecho relevante (en el documento adjunto): “Se han alcanzado las mayorías necesarias para la efectividad del contrato lock-up, efectividad que se ha producido con fecha 28 de enero de 2019.”
El paso es importante porque de ese movimiento dependía la aplicación del acuerdo con la banca, que tienen dos aspectos clave. Por un lado, la sustitución de deuda financiera por deuda convertible a 10 años. Por otro, el acceso a una inyección de liquidez de 95 millones del Santander (mediante una emisión de bonos, hipotecando la planta de cogeneración mexicana Tercer Tren o AT3), junto al compromiso bancario para que Abengoa disponga de una nueva línea de avales por 140 millones y alejar el peligro de concurso de acreedores.