Amazonia. Francisco relanza la Eucaristía, mantiene el celibato sacerdotal y cierra el paso a la ordenación de mujeres
El Papa Francisco ha publicado la exhortación postsinodal “Querida Amazonia”, es decir las conclusiones del famoso Sínodo de la Amazonia, donde se oyeron tantas tonterías en el Vaticano que el número de polémicas se multiplicó.
Lo primero para entender al Papa francisco consiste en recordar que, además de Pontífice, es argentino. Él lo explica asegurando que lo importante es el espacio, antes que el tiempo. Una forma de defender que los sustos hay que darlos poco a poco. Como yo no soy argentino diría que a los porteños les encanta vivir al borde del abismo y, como católico, diria que este Papa ha venido a salvar lo salvable, en plena era de la Gran Tribulación.
Y así, cuando hoy miércoles 12 de febrero se ha publicado el documento del Sínodo de la Amazonia, los progres se han llevado una gran desilusión, amén de comprender lo que no sabían: que en un Sínodo importa un pimiento lo que digan los padres sinodales, lo que importa es lo que decide, finalmente, el Papa. Digo que se han desilusionado porque el Pontífice a reafirmado el valor de la Eucaristía: “La Eucaristía hace la iglesia… y no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía. (Párrafo 89)”.
Prácticamente ha repetido las palabras de su presunto antagonista, San Juan Pablo II, quien lo explicaba así: "La Iglesia vive de la Eucarístia".
Y aclara que sólo el sacerdote puede oficiar los sacramentos clave de la vida cristiana: la comunión y la confesión
En definitiva, todos aquellos que esperaban que el Papa 'idólatra' elevara a la categoría de sacramento los ritos indígenas se han quedado con un palmo de narices. Eso sí, como el Pontífice es argentino, no ha podido evitar el alabar las costumbres indígenas y el asegurar que los gestos, canciones y modismos que no resulten idolátricos pueden acompañar la liturgia de siempre. En resumen, la vieja 'inculturación' que la Iglesia ha defendido desde siempre para evangelizar a los pueblos indígenas. Y más, el Papa deja, esta vez sí, muy clarito, que, ni se va a ordenar a hombres casados, ni se va a ordenar a mujeres.
Es más, con desfachatez argentina, recuerda que los dos sacramentos clave de la vida cristiana ordinaria -la penitencia y la eucaristía- solo exclusivamente puede administrarlos un sacerdote y, con aún más desfachatez, les exige que hagan todo lo posible para administrarlos hasta los pueblos más remotos.
Vamos, que curren más.
Menuda desilusión para la progresía clerical. Van a llegar a otra conclusión muy peligrosa: este Papa no es nuestro Papa, no es progre. Podían haberse enterado antes.