Mucho me temo que el único consejo -científico- para evitar el aumento de suicidios es el que ofrece la logoterapia: encuentra un porqué para vivir y acabarás encontrando el cómo. Y el mejor porqué para vivir es Cristo, el que sacia sin saciar
Un psiquiatra es un hombre que acude a un espectáculo de ‘striptease’ a mirar al público, dijo Arthur Mervin Stockwood, aquel clérigo anglicano progre, un pelín esperpéntico y un adarme brillante.
Por no hablar de aquella otra referencia, la que asegura que el “psicoanálisis es la enfermedad que dice querer curar”, aquel austriaco cachondo contemporáneo de la mente sucia, es decir, de Sigmund Freud, creador del psicoanálisis que ahora renace.
La locura casi nunca llega por la excitación, sino por el miedo. Y el pánico y la demencia generados por el covid resultarán mucho más dañinos que el propio coronavirus
Hoy volvemos a adorar a Freud, sólo porque nos ofrece cobertura científica para mantener la bragueta bajada, el corazón fofo y la mente flácida. Al final, no hay nada más manipulable que un rijoso ni nadie más estéril que el que está pendiente de su propio sentimiento y no del de los demás.
Un psiquiatra es un hombre que acude a un espectáculo de ‘striptease’ a mirar al público
Pero hablemos de la locura Covid, o sea del virus que nos ha vuelto a todos chiflados. Entonces cuando lea todo lo anterior conviene añadir la famosa frase del masoncete comecuras más famoso de la historia, Voltaire: “Los médicos (no digamos los psicólogos y psicoanalistas) recetan medicinas de las que saben poco, para curar enfermedades de las que saben menos, en seres humanos de los que no saben nada”. Es el mejor resumen, pronunciado en el siglo que conozco del coronavirus de 2021… formulada en el siglo XVIII.
Ya lo dijo Voltaire: “Los médicos (no digamos los psicólogos y psicoanalistas) recetan medicinas de las que saben poco, para curar enfermedades de las que saben menos, en seres humanos de los que no saben nada”
El covid, mejor, el confinamiento, ha provocado chifladura, porque la locura no llega nunca ni de la rebelión ni de la excitación, sino del miedo. Y el pánico y la demencia son mucho más dañinos y más temibles que el coronavirus.
Y eso no hay psiquiatra ni psicólogo que lo arregle. Los psicoanalistas lo estropearán aún más. Antes de vencer al virus, debemos vencer al miedo, para que no se convierta en desesperación... o en histeria.