La caradura de Carmen Calvo
El titular es fuerte pero les aseguro que no es una “fake news”, dicho bulo. Aquí tienen las pruebas: la orden ministerial 13663, de la Vicepresidencia primera del Gobierno Sánchez, es decir, de doña Carmen Calvo. No es muy larga: merece la pena leer la colección de eufemismos con la que, bajo la excusa de los bulos, que pueden dañar la “seguridad nacional” se crea un mecanismo de “monitorización” de la información -o sea el nombre de la censura en versión progresista- donde figurara el CNI -sí, los espías-, los directores de comunicación de los ministerios, monitorizados por el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver y por el propio ejecutivo y personas afines al mismo.
Además, se exige a la prensa colaboración contra los bulos. En otras palabras, que se autocensuren y que ayuden a perseguir a los pequeños medios digitales y a los blogueros que ponen en peligro la seguridad nacional.
¿Y no será que los bulos, más bien verdades inconfesables, ponen en peligro al Gobierno? Para el Ejecutivo que dicta órdenes como estas, es lo mismo: si pones en peligro la credibilidad del Gobierno, o el prestigio del presidente -ya lo dijo el famoso general Santiago- estás poniendo en peligro la seguridad de los españoles. Naturalmente.
Y lo sorprendente es que parecía que el Gobierno se había olvidado de ello. Pues no, la amenaza se ha hecho BOE el jueves 5 de noviembre.
¿Quien decidirá qué es verdad y mentira, qué es lo que se puede decir y lo que hay que callar porque atenta contra la seguridad nacional? Carmen Calvo Poyatos
Por supuesto, el objeto oficial de la nueva norma censora son las falsas noticias pero ¿quién decide lo que es falso y lo que es cierto y, sobre todo, si la explicación de un hecho, aunque sea cierto, es errónea? Carmen Calvo Poyatos, naturalmente.
¿Objetivo de esta nueva censura? Controlar, a costa de miedo y de delatores, de grado o por fuerza, la explosión de información en Internet, en las redes sociales, porque el poder se ha encontrado con que puede controlar a los grandes editores pero no puede controlar Internet.
Eso sí, lo de intentar controlar Internet ya lo hacen las propias redes sociales, sobre todo Facebook y Twitter, que se atreve a censurar, no ya a pequeños medios sino al mismísimo presidente de los Estados Unidos, y a Facebook, que recientemente ha censurado una información de Hispanidad.