Tobías Martínez, CEO de Cellnex
Resultados Cellnex durante 2018 (ver el documento adjunto). En telegrama: buenos, con problemas derivados de un crecimiento acelerado. Los ingresos crecen un 14% y el Ebitda un 18%. Los ingresos recurrentes aumentan un 10%. Tienen 18.000 millones de euros de ingresos comprometidos (backlog). El único punto que se presta a discusión, el más defendido por el equipo de Tobías Martínez, es la deuda, con un apalancamiento sobre Ebitda que ya roza el 5%.
Más, las nuevas normas contables en materia de alquiler de terrenos (Cellnex tiene muchos) resulta que aumentan el Ebitda, pero también la deuda. Porque los pagos por alquiler salen de la cuenta de resultados, pero no salen del balance. Ergo, menos gastos, pero también más apalancamiento. En cualquier caso, la tónica general es que Cellnex se endeuda mucho porque invierte mucho y tiene asegurada una amortización cómoda de esa deuda gracias a los ingresos que es capaz de generar.
En resumen, que Caixa-Criteria se arrepiente ahora de haber perdido Cellnex con la venta de Abertis a los Benetton, mientas éstos están emocionados con su adquisición. Eso sí, prefieren que, para sus constantes inversiones, continúen endeudándose y que no haya ampliaciones de capital. Y aquí se la juega Tobías Martínez, el primer ejecutivo, porque los inversores se resisten a poner dinero, pero tampoco puede alargarse el apalancamiento indefinidamente.
España significa aún el 48% de los ingresos pero la internacionalización no se detiene.
Los Benetton están enamorados de Cellnex, pero no les gusta una ampliación de capital. Mejor que se endeude la empresa
Y así, la novedad estriba en que tras un 2018 aún marcado por el ERE Cellnex, la compañía se prepara para nuevas compras. En el punto de mira, la británica CTIL, interés ya reconocido por el propio Tobías Martínez, pero también la importante red francesa TDF, 16.000 antenas.
Y no sólo eso. Como ocurre con CTIL (la red que comparten Vodafone y Telefónica en Reino Unido) Cellnex está abierto al proceso de venta de redes por parte de operadores, dado que la tendencia es separar ambos negocios. Es decir, que Cellnex vuelve a crecer.
Ahora bien, no se trata de las redes habituales, sino de las redes de quinta generación. O sea, de la entrada en el 5G –ecosistema, que le dicen– y en este universo en el que vamos a vivir ya pueden aprenderse la sopa de letras de esos nuevos emplazamientos estratégicos que permiten trasmitir más, mejor y más rápido. Aprendan las siglas que seguro que no se las saben, que es lo que me ocurría a mí hasta hace cinco minutos. Por ejemplo, estas tres: Mobile Switching Center (MSC), Metropolitan Office (MO) y Central Office (CO).
Tobías Martínez asegura que España es de los países mejor preparados para el G-5
Los MSCs, MOs y COs concentran y gestionan el tráfico, tanto de telefonía fija como móvil, tienen capacidad para procesar datos devolverlos y reducen la latencia de datos (retrasos en la trasmisión). Y, sin ellas, pues no hay 5G, que es la red del Internet de las cosas y de la llamada inteligencia artificial… y que no es más que eso: mayor comodidad para la única inteligencia que existe: la del ser humano.
Las redes 5-G ofrecen más capacidad de trasmisión de datos e imágenes, más fiabilidad y más rapidez. O sea, lo mismo que ahora pero más y mejor… a través de unas redes más caras.
¿Y qué representa el 5-G en la vida real? Pues representa que usted dará órdenes a distancia a las máquinas de su hogar y que podrá mandar aún más vídeos de sus nietos a los amigos. Es decir, la 5-G es la propia de una sociedad que quiere estar permanentemente conectada.
Y todo ello, en principio, sin ampliación de capital y sin modificar la estructura de poder, bajo el mando de los Benetton y con Marco Patuano como controlador.