Estado policial, sociedad de delatores... y fracaso de la ciencia
El número de contagios por coronavirus no es lo importante, lo importante es el número de muertos. La razón es sencilla: dado que no sabemos nada de este virus, lo lógico es medirlo por sus consecuencias. Además, cuantos más PCR se hacen más infectados se encuentran y, como no sabemos nada del virus, otro de los misterios del mismo consiste en los famosos asintomáticos.
En este sentido, mal favor le estamos haciendo los periodistas al conjunto de los españoles cuando insistimos machaconamente en el ‘angustioso’ número de contagiados por Covid-19. Los plumíferos ‘cagatintas’ estamos creando una neurosis colectiva como servidor no recuerda otra en décadas de ejercicio profesional.
Médicos que censuran a otros médicos por negarse a la oligofrenia colectiva. Mientras, se confirma el gran fracaso de médicos y científicos en la lucha contra el coronavirus
Pero lo más importante: la ciencia nos ha fallado, la medicina también. No tenemos ni la más remota idea del enemigo, de este coronavirus, y así, resulta que la enfermedad ha provocado una histeria general en España.
El penúltimo enervamiento es el de ver a médicos que censuran a otros médicos por negarse a volverse histéricos, es decir, por poner en solfa el origen y alcance de un virus del que nada saben los ‘sensatos’, con la petición expresa de que se encarcele a los galenos ‘negacionistas’ por atentar contra la salud pública’.
La verdad es que no existen doctores negacionistas porque nadie niega que esté muriendo gente. Lo que niegan son dos cosas: el origen natural del virus y que las políticas utilizadas para combatirlo sean las correctas. Dado el fracaso colectivo en la lucha contra el Covid uno diría que los llamados negacionistas no dejan de ser los únicos cuerdos en un mundo de locos.
España vuelve a superar a Reino Unido en número de muertos mientras otros países con confinamientos más blandos triunfan contra el Covid
Lo que también impugnan los ‘negacionistas’ es que los resultados de las políticas públicas contra el virus hayan sido un éxito. Y también aquí andan cargados de razón. Más bien, esas medidas han supuesto la creación de una Estado policial y de una sociedad de delatores porque, a los resultados me remito, el virus nos está ganando la batalla.
Otro detalle de la histeria colectiva actual: contemplo en un canal de TV a un “prestigioso” experto exigiendo que abandonemos los espacios cerrados. O sea, que para detener -que no vencer- al bicho habrá que dormir en la calle. Es un científico, un experto. Yo también espero que alguien grite: el emperador va desnudo.
Eso mientras se confirma el gran fracaso de médicos y científicos en la lucha contra el coronavirus porque, insisto, lo más triste es que no hay expertos, que no sabemos nada del origen del virus, de cómo combatirlo y de cuando terminará. No hablo de vacunas, también hablo de fracasos en materia de tratamientos.
La nueva normalidad amenaza con convertirse en un estado de anormalidad creciente
En el entretanto, España vuelve a superar a Reino Unido en número de muertos por habitante, mientras aquellos países que han optado por menos histeria y por controles más blandos, más normales, más sensatos, de la pandemia han obtenido mejores resultados: menos muertos. Traducido: la política anti-Covid de Pedro Sánchez ha resultado un sonoro fracaso.
Por otra parte, sería de agradecer que la nueva normalidad sea la normalidad de siempre, no la histeria actual.
Y ojo, porque el virus trata de separarnos, incluso de enfrentarnos, al tiempo que impone lo precitado: un estado policial y una sociedad de delatores. Y oiga, para vivir así, el abajofirmante prefiere asumir el riesgo de infección.