Noche de disturbios en Barcelona, violencia en Bilbao, en el barrio burgalés del Gamonal ponen en fuga a la policía, que tuvo que retirarse… Ojo, ni en Cataluña ni en Euskadi los altercados son provocados por los que más entienden de esto, los separatistas. Sí, es cierto que saqueadores y sinvergüenzas se aprovechan de ello -como siempre- pero no se equivoquen: los progres -PSOE, Podemos y separatistas, desde luego- están con el arresto domiciliario y el pánico al contagio.

Los conflictos crecen en España contra los diversos confinamientos, todos ellos liberticidas, que impone el Gobierno central y concretan los gobiernos autónomos. Y ya no se atreven a hablar de los cuatro fascistas de siempre: ahora son irresponsables e insolidarios... simplemente.

¿Razón? No tenemos ni la menor idea de si todas estas coerciones, que están convirtiendo a España en un Estado policial, detendrán el virus. De hecho hasta ahora no lo han conseguido ni tan siquiera mínimamente. Buena prueba de ello es España, que aplicó el 14 de marzo y durante tres meses largos, el confinamiento más duro de toda Europa… y a cambio obtuvo más muertos por habitante que ninguno de los países que aplicaron medidas más leves.

Causa asombro contemplar a los periodistas secundar al poder: para los medios, los que se atrevan a rebelarse son “negacionistas”

El Covid-19 ha demostrado que no te puedes esconder de él: hay que eliminarlo, sea mediante tratamientos o mediante vacunas… o mediante nuestro sistema inmunológico, que será quien, a la postre, le venza.

Y por eso, no porque se trata de anarquistas, independentistas o irresponsables insolidarios, España se está rebelando contra su clase dirigente, liberticida, y contra los medios de comunicación, que estamos secundando al poder, con un papanatismo inusitado, como marionetas de lo políticamente correcto, con una docilidad que, a pesar de su persistencia, continúa sorprendiéndome y asombrándome.

Las televisiones repiten machaconamente escenas de irresponsables que sólo pretenden respirar un ápice de libertad, y les califica como “negacionistas”. Habrá que repetir que el negacionismo no existe. No hay nadie tan imbécil como para negar la existencia de una pandemia que ya ha acabado con la vida de cerca de 60.000 españoles. Lo que discuten los ‘negacionistas’ es si las agobiantes normas que dictan los majaderos de Pedro Sánchez, Salvador Illa y Fernando Simón sean eficientes para reducir la epidemia. Normas, naturalmente, emanadas de “criterios científicos”, tan bien representados por las tautologías del inefable doctor simón, mismamente como esta.

Simón

El Gobierno Sánchez se comporta bajo el unamoniano "que inventen ellos". La investigación española contra la pandemia es escasa y estrictamente privada

Por el momento, los insolidarios protestones tienen toda la razón: las medidas coercitivas del poder no han detenido al virus: de hecho, no han servido para nada. Ejemplo: Suecia adoptó una actitud totalmente opuesta a la del Gobierno español. No hizo confinamiento alguno, no cerró el país. Pues miren la tasa de muertos de Suecia, de las menores de Europa, frente a la española, la mayor de Europa. 

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Y ya saben: para vivir así, muchos prefieren enfrentarse al virus.

El derecho más olvidado -o lo era hasta el coronavirus- era el derecho a moverse con libertad. Eso es lo que vulnera el estado de alarma de Moncloa, al que ya se ha apuntado toda la progresía, de derechas o de izquierdas.

Además, conculcar el derecho a moverse destruye otros muchos derechos: libertad de culto, libertad de reunión, libertad de opinión (sí, también de opinión), pero lo que más molesta, incluso en una sociedad dominada por el miedo al virus, es la libertad de no poder moverse por donde a uno le venga en gana. Repitamos aquella frase de una mujer anónima que definía así la situación: para vivir así, prefiero el virus

Y por sectarismo ideológico, se continúa sin pedir ayuda a la sanidad privada

Entendámonos: lo que ‘los negocionistas’ dicen es que los confinamientos no sirven para nada y que lo que hay que hacer es poner mucho más esfuerzo en curar al hombre y en matar al virus.

Y en esta línea recordemos lo siguiente: el gobierno Sánchez se comporta bajo el unamoniano “que inventen ellos”. La investigación española contra la pandemia es escasa y estrictamente privada. Sí ya lo sé, que en otros países también lo es, pero los laboratorios norteamericanos o británicos, rusos o chinos, son apoyados por el poder político en sus investigaciones con todo tipo de medios, también financieros. En España tenemos al ministro Pedro Duque y con eso lo he dicho todo.

Y si pasamos de tratamientos y vacunas a terapias, aún peor: por sectarismo ideológico, el Gobierno Sánchez continúa sin pedir ayuda a la sanidad privada. Eso sí, la tele nos informa de que las unidades UCI están desbordadas y el sistema sanitario, público corre riesgo de colapso.

Curioso: en España, el coronavirus ha apuntalado al gobierno guerracivilista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias... a pesar de su gestión criminal 

Y a la postre, como guinda política y extraordinariamente curiosa: en España, el coronavirus ha apuntalado al gobierno guerracivilista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias… a pesar de su gestión criminal.

De postre el cristófobo gobierno español ha descubierto que el confinamiento es un instrumento ideal para descristianizar España.