El desastre de Kantar. El prestigio por los suelos: WPP quiere venderla y las ‘telecos’ buscan otros medidores
WPP, el mayor grupo de publicidad mundial, quiere sortear su crisis con una nueva estrategia que pasa por la reestructuración de sus principales áreas, el despido de casi el 3% de la plantilla y la venta de Kantar Media, el polémico medidor de audiencias televisivas. Kantar es considerado por el sector, de hecho, como un instrumento al servicio del Duopolio TV, que forman Atresmedia y Mediaset, duopolio que posee unos ingresos por publicidad que no se corresponden con sus cuotas de pantalla.
A la luz de los últimos datos de la CNMC, por ejemplo (de mayo), con los que los dos principales grupos se zampan 83% de los ingresos con una cuota de pantalla 54,7%, Más en concreto, un 27,5% de Mediaset y 27,2 de Atresmedia, con dos canales por encima del resto, Telecinco (12,5%) y Antena 3 (11,9%).
Es una situación en fin, que mosquea al resto, televisiones autonómicas, privadas y de pago, con cuotas crecientes de cuota, pero no será por lo que cuenta de ellas Kantar. Por ese motivo, las operadoras de telecomunicaciones buscan sistemas alternativos de medición de audiencias. Una cosa está clara, el modelo pensado para el Duopolio no les conviene.
Además de la venta de Kantar, Read plantea una reconversión de WPP
Respecto a la reestructuración en sí de WPP, según los planes anunciados por su consejero delegado, Mark Read, todo responde a la solución de una crisis profunda, que arroja dudas sobre todo el sector de la publicidad. Lleva cuatro meses al frente del grupo, estigmatizado también por la fuga del tóxico Martin Sorrell, su fundador, ahora en la competencia.
Además de la venta de Kantar, Read plantea una reconversión de WPP, que pasa por centrarse en cuatro áreas: comunicación, la marca, potenciar el negocio de clientes como Amazon o Alibaba y tecnología, pensando como herramiento para los directores de Marketing. Esa vía lleva aparejada, en paralelo, el despido de 3.500 empleados de una plantilla de 130.000. Es la otra cara, siempre fatídica, para reducir costes en un horizonte muy complicado.