¿Por qué no nos queremos? Porque nos conocemos
El Ibex ha pedido auxilio al Gobierno ante el peligro de opa. Y El Gobierno se lo da pero arrastrando los pies. Es como si el carácter sociopodemita del Ejecutivo les impidiera reaccionar en defensa del IBEX, a pesar de que el peligro es real. Hispanidad ha podido saber que mas de un consejo de empresas españolas de primera línea han hecho llegar su inquietud al Gobierno: cualquier sujeto poco recomendable puede hacerse con una locomotora de la economía española a precio de saldo.
El escenario es este: el coronavirus ha hundido las bolsas de todo el mundo, también las europeas. Y eso ha situado a las grandes empresas del Ibex a tiro de opa. Pensar que ahora mismo el Santander, primer banco domestico de Europa, vale 34.000 millones, cuando superaba los 90.000 millones de hace un par de años, es como para echarse a temblar. Son muchos los fondos que podrían hacerse con su control.
El Santander vale 34.000 millones y Deutsche Telekom puede comerse a Telefónica aunque la red digital de Alemania es una castaña comparada con la española
A la vicepresidenta Nadia Calviño le preocupan, muy especialmente, los sectores estratégicos. Aún más que la la banca, la energía y las telecomunicaciones. El síndrome Endesa pesa mucho, pues hoy, la que fuera principal eléctrica española es propiedad, no ya de una empresa europea, sino además, del Gobierno italiano.
Y el miedo recorre toda Europa. En Estados Unidos, el país supuestamente más liberal del planeta, lo tienen claro: Con su Comité de Inversiones Extranjeras (CFIUS) si una empresas no gusta no hace falta ninguna norma. Se le dice que no es bienvenida y media vuelta.
La estrategia de la Unión Europea es la de siempre: intentar poner de acuerdo a 27 presidentes, algo de suyo complejo. Y cuando no se ponen de acuerdo, la decisión común es que cada uno se busque la vida. Ahora bien, en la protección de las empresas europeas hay otro factor no menos preocupante: el coronavirus no sólo amenaza con destruir la economía sino amenaza con derrumbar casi de forma definitiva, el proyecto de Unión Europea. ¿Quién cree hoy en Europa? Después del Covid-19, ¿quién creerá?
Eso sí, cuando Francia inauguró la idea de que acciones antiguas valen más, a muchos, como por ejemplo al Gobierno Sánchez, se les iluminó la cara: estupendo, así podremos vender como una lucha contra la especulación lo que no es sino parapeto de nuestras grandes empresas ante agresiones externas.
En toda Europa cunde el miedo a opas hostiles pero no acuerdan un proyecto común: el coronavirus ha roto el proyecto de la UE
Lo que no ha reparado Calviño es que otorgar el doble voto a la acción antigua es mano de santo en Francia, donde sus grandes sociedades son públicas pero no en España.
Además, lo que ahora preocupa no es sólo la posible opa de una empresa extracomunitaria (lo que Sánchez acaba de paralizar con el coronavirus), es mucho más: es que también asustan las posible opas comunitarias, en una Europa que se rompe y donde un alemán empieza a resultar tan extraño como un chino. ¿Se imaginan por ejemplo que Deutsche Telekom se lanzara contra Telefónica? En bolsa valen mucho más la alemana pero su red digital es una castaña comparada con la española. Y habíamos quedado en que la red era el futuro…
¿Y el sacrosanto concepto de reciprocidad? Pues seria factible en el caso de que el otro púgil sea de tu tamaño. Por ejemplo, con el imperialismo empresarial chino, de poco le sirve a España.