jose bogas
Este martes, aterrizan los resultados del primer trimestre de Endesa, casi un mes después de la Junta de Accionistas de la compañía, la última para el valedor oficial del accionista mayoritario (Enel, dueño del 70%), Borja Prado, que durante una década ha servido de brazo ejecutor del expolio al que ha venido sometiendo a la compañía para que Enel recuperase por la vía rápida la inversión realizada para su compra, servida en bandeja por Zapatero en una de sus muchas pifias. Lo hace aguantando la lluvia de abucheos recibida por sus trabajadores en huelga por primera vez en sus 40 años, viendo cómo mientras él se va con 13,8 millones de euros (M€) de finiquito y se aumenta hasta el 3% la remuneración al accionista este año, los 9.000 trabajadores y los 27.000 jubilados se pueden quedar sin la reducción en tarifa eléctrica que percibían como retribución en especie y la compañía podría recuperar los 711M€ de provisiones por pagos futuros destinados a ese fin, que, por supuesto, irían a parar a la cuenta de resultados y por ende, a incrementar dividendos para Italia.
Después de esta introducción que pone de manifiesto los continuos despropósitos que a la compañía parecen no preocuparle lo más absoluto, el resultado obtenido en el trimestre ha sido de 363M€, un 2,4% menos que el obtenido en el pasado ejercicio. Un resultado que vuelve a dejar claro que Endesa continúa siendo la misma sociedad comercialmente rentable que le fue “regalada” a Enel, ya que a pesar de que los ingresos han disminuido en un 1,6%, tan solo 0,4% ha sido por ventas y parece que el ‘efecto Ayuntamiento Barcelona’ ha tenido algo que ver, el resto ha sido por variaciones de derivados en materias energéticas que registraron pérdidas en el pasado ejercicio. Los aprovisionamientos también han disminuido en un 3,2%, por lo que el margen, 1.453M€ ha experimentado un crecimiento del 2,7% respecto a 2018.
9.000 trabajadores y 27.000 jubilados se pueden quedar sin la reducción en tarifa eléctrica que percibían y Endesa podría recuperar los 711M€ de provisiones para este fin, casi lo mismo que ha pagado en dividendo ordinario (741 millones)
Los costes de explotación se han reducido en un 1,8%, a pesar del aumento en un 21,1% de los gastos de personal, como consecuencia de las dotaciones de unos 12M€ por los planes de reestructuración de plantilla. El resultado de explotación ha crecido en este periodo un 2,8% más que en el pasado ejercicio con un total de 522M€.
El “golpe” a la cuenta de resultados proviene de nuevo y de forma clara de la partida del resultado financiero, donde repercute el descaro de la política de todo por el dividendo, ya que a mí por lo menos los números no me salen con unos flujos de efectivo por actividades de explotación de 335M€, unos flujos por inversiones de -527M€, amortizaciones de deuda por 180M€. Para pagar 741M€ como se han pagado en concepto de dividendos, se necesita aumentar deuda y eso supone un pago de intereses. Y no vale decir que el coste medio de la deuda financiera se ha reducido del 2,1% al 1,8% en este primer trimestre de 2018, cuando la deuda financiera bruta en los doce meses ha crecido en 1.237M€, y llegan ya a los 7.139M€ de deuda bruta, de los que 5.238M€ lo son a largo plazo. Un ratio de apalancamiento del 71,26% y 3.105M€ en la recámara, como para continuar repartiendo dividendos a costa de deuda algunos ejercicios más, son datos que pueden darnos pistas de que si con Borja Prado se hacían estos desembolsos, con un CEO como José Bogas y un presidente no ejecutivo como es su sucesor, Juan Sánchez-Calero, y todo el poder en manos de los vigilantes italianos (con cuatro sillas en el Consejo: Francesco Starace, Maria Patrizia Grieco, Alberto de Paoli y Enrico Viale), el desmadre puede ser mayúsculo.
La deuda financiera bruta en los doce meses ha crecido en 1.237 millones y ya asciende a 7.139, de los que 5.238 son a largo plazo: la energética seguirá apalancada mucho tiempo
Hace unos días revisaba unos datos sobre Endesa, donde se calculaba que Enel ya había superado el total de la inversión realizada en la compra de la participación, vía dividendos unos 31.000M€ a final del 2021 y con las sustanciosas plusvalías obtenidas con la segregación de todo el negocio en Hispanoamérica que realizó poco después de su polémica adquisición, aún en contra de los acuerdos a los que llegó el Gobierno español en su momento con el Gobierno italiano.
No esperemos que la situación mejore, pues cuando en el 2021 acabe, perdón, se suavice la política de dividendos, ya que solo se reducirá al 80% del resultado neto (ahora el 'pay out' es del 100%), se tendrá que seguir endeudando para invertir en infraestructuras. Y eso, por tanto, supone más deuda.
Lo que realmente me resulta inverosímil es que ahora, cuando los trabajadores activos y jubilados se ven afectados en sus privilegiados bolsillos, se dan cuenta de la felonía que se venía perpetrando desde hace tiempo con la compañía para la que trabajan y por ende, con la economía del país. Es cuestión de prioridades y hasta que no es nuestro zapato el que aprieta, no se remueven las conciencias.