Este Papa es argentino, por lo que basta con mirarle a la cara para concluir si su interlocutor le cae bien o mal. Pues eso, miren esa instantánea: dos sonríen -ella de negro solemnte- y uno sufre
Entre Madrid y Roma hay 1.370 kilómetros. Es decir, que durante la mañana del sábado 24 de octubre, Pedro Sánchez Pérez-Castejón cogió el Falcon y se recorrió 2.700 kilómetros en una mañana para estar con el Papa Francisco en el Vaticano… poco menos de una hora.
Este Papa es argentino, por lo que basta con mirarle a la cara para concluir si su interlocutor le cae bien o mal. Pues eso, miren esa instantánea: dos sonríen -ella de negro solemnte- y uno sufre.
Además, Sánchez ha elegido un momento idóneo para la visita. Justo cuando acaba de conseguir que el ingenuo de Pablo Casado confiese que el PP es progresista. Por tanto, enfrente del bloque progresista de izquierdas y de derechas, ya sólo quedan los pérfidos fascistas de Vox. Eso sí, representan un peligro mucho mayor que el tantas veces despreciado (Ivan Redondo lo sabe bien) porque son la alternativa, la única alternativa al Movimiento bolivariano sanchista: no son progres. Sobre todo, no son fascistas, son cristianos. En esa tesitura, para el ateo y comecuras Sánchez, una foto, ahora, con el Papa, posee un valor político incalculable.
Kennedy nombró a Johnson para quitarse el olor a católico. Sánchez viaja a Roma para disimular su anticlericalismo rabioso
Ahora bien, para extraer el profundísimo significado de la visita de Sánchez al Estado de la Ciudad del Vaticano tenemos que acudir a nuestros mayores. Por ejemplo, al comunicado de Moncloa (ver documento PDF), previo a la visita -ya saben: quien centra el debate gana el debate- donde se especifica en qué materias morales coinciden Papa y prohombre. O mejor, en cuáles el tal Francisco coincide con Pedro I. Y luego, las obviedades propias de la escudería Iván Redondo, el rey de la tautología, como esa de que el Papa y el presidente coinciden en sus desvelos por los vulnerables. No, sí te parece se van a preocupar de los no vulnerables, aunque, bien pensado, deberían, porque es más difícil que un rico un camello entre por el ojo de una aguja…
Pues eso, que el Papa Pedro I otorga lecciones al primer ministro de un diminuto Estado un tal Bergoglio.
No sabemos de que han hablado aunque sí los regalos que se han intercambiado. El ateo presidente español, un libro de rezos; el Papa, la encíclica Fratelli Tutti. No falla, como Sánchez la ha alabado, al menos no puede rechazarla. A Alguno de sus acólitos le tocará leérsela.
Pero podemos especular: es seguro que Francisco le habrá preguntado por el cierre, unilateralmente decidido, de la Basílica del Valle de los Caídos, al tiempo que le habrá pedido que no destruya la cruz más grande del mundo.
Otrosí: Su Santidad (me refiero a Francisco) le habrá explicado que la eutanasia y el aborto no son derechos, sino crímenes…
Porque si el Papa recibe al más cristófobo dirigente europeo, un ateo con verdadero obsesión anticlerical, habrán hablado algo de aquello que les separa. ¿Qué se apuestan a que no?
Pero ya lo dijo Begoña Alegría, corresponsal de RTVE en Roma: Sánchez acude al Vaticano para quitarse su imagen -la que le han puesto los ultras de Vox, naturalmente- de “radical”. Espero que no lo haya conseguido, porque no se trata de una etiqueta: se trata de una verdad como un templo… nunca mejor dicho.
En RTVE lo han explicado muy bien:. Sánchez necesitaba borrar la etiqueta de radical que le ha puesto la pérfida ultraderecha
Por cierto, Begoña Alegría, como tantos otros periodistas, como casi todos los periodistas del Sanchismo, no necesita ser adoctrinada con consignas, como piensan los malvados de Vox. Sabe perfectamente lo que tiene que decir y, además, se lo cree.
En este sentido, se equivocan en Vox cuando piensan que los periodistas están adoctrinados. No están ni adoctrinados ni pagados: es que piensan así.
Son progres, como Sánchez. Y estos periodistas que soportan al dúo Picapiedra (a Pedro y a Pablo) no están vendidos: es que piensan así. Y más: muchos de ellos son buenos profesionales. Sólo que son progres y por eso hacen mucho daño. Pero no necesitan que nadie les diga lo que tiene que hacer. Lo hacen ‘motu proprio’. Lo digo porque, en ocasiones, hablo con asesores de Santiago Abascal y este punto parecen tenerlo muy poco claro.
Pero volvamos a la puesta en escena de la rauda visita de Sánchez al Vaticano. Begoña Alegría piensa -y vende- que, en efecto, Pedro Sánchez es un moderado al que los fascistas han creado un falsa imagen de “radical”. Así, si la gente le ve -en TV no hace falta escuchar, sólo ver- con Francisco nadie osará discutir que el peligroso ultra-comecuras Sánchez es en realidad un moderado, al que los fascistas -mala gente- llaman progre y radical. Y por fascistas incluyo al PP (tiene gracia) y a todo aquel que no me gusta. Ya saben: la extrema derecha y la derecha extrema. Al menos hasta el discurso progre de Pablo Casado en la moción de censura. Ahora eso puede cambiar.
En Vox se equivocan: el Sanchismo no ha compra periodistas: simplemente capacita a los elegidos. No hay que darle consignas: ellos ya son progres. Y en ocasiones buenos
Por lo demás, Francisco, en su línea. A salvar lo salvable. Por eso, oficialmente sólo sabemos que le entregó varios ejemplares de Fratelli Tutti, que Su Santidad Pedro I no podía rechazar por una razón muy simple: se ha encargado de alabar la encíclica como si se tratara de un nuevo manifiesto comunista por los parias de la tierra.
Más de 2.700 kilómetros por una secuencia de TV y sin decir una palabra… para borrar su imagen de anticlerical.
A mi esto me recuerda aquella vez que alguien le preguntó a John Kennedy por qué había elegido como vicepresidente a Lyndon Johnson. La respuesta fue: “Para quitarme el olor a católico”.
Por cierto, lo que se supone que le ha dicho Francisco a Sánchez, sobre la necesidad de mantenr la unidad de la nacion, así como la de contar con todos y de que las ideologías no destrocen al paìs... espero a enterarme mejor. Huele bien, pero...