No os entreguéis a la trampa del miedo
Una nueva protesta en la capital de Chile, contra el Gobierno de Sebastián Piñera, fue disgregada este lunes por Fuerzas Especiales de Carabineros, que utilizaron carros lanza-agua y gases lacrimógenos en las inmediaciones de Plaza Italia.
Esos disturbios se produjeron en el contexto de las protestas sociales por las desigualdades y el aumento de los precios de los servicios básicos que vienen ocurriendo en el país desde mediados del mes de octubre.
El pasado domingo, el Gobierno chileno anunció que se propone poner en marcha un proceso constituyente para darle al país una nueva Carta Magna, otra de las demandas de los grupos opositores. La actual Constitución chilena está vigente desde 1980 y es cuestionada por mantener muchas disposiciones heredadas de la dictadura de Augusto Pinochet.
Pero da igual: las protestas siguen en las calles de Chile a pesar del anuncio de Sebastián Piñera de redactar una nueva Constitución.
Y en Hispanidad, insistimos: en el contexto de las protestas sociales por las desigualdades y el aumento de los precios de los servicios básicos, se están produciendo también ataques a templos e iglesias católicas y evangélicas, con profanaciones de sagrarios y decapitación de imágenes religiosas.
Sin embargo, las protestas por las desigualdades sociales no pueden justificar los ataques y profanaciones a templos e iglesias católicas y evangélicas, que hacen pensar que parte de las revueltas se deben al neocomunismo, que siempre ha tenido en la violencia anticlerical una de sus señas de identidad.