La junta general de accionistas de Másmóvil, celebrada este viernes en San Sebastián, ha aprobado todos los puntos del orden del día, como no podía ser de otra manera. Lo más significativo: el ‘split’ o desdoblamiento de cinco acciones nuevas por cada una antigua y, sobre todo, la reelección de Meinrad Spenger como consejero delegado de la compañía por otros cuatro años.

Porque a estas alturas de la película, nadie pone en duda que Másmóvil, más que una teleco es una operación bursátil. En otras palabras, no se trata de un proyecto industrial sino financiero-especulativo, que culminará con su venta a otro operador, tal y como adelantó Hispanidad hace ya unos cuantos meses.

La operación comenzó con la entrada en la compañía del fondo Providence, cuyo máximo responsable en España es John Hahn, convirtiéndose en el máximo accionista. En ese momento se pusieron las bases del que será el tercer pelotazo de Hahn en nuestro país, tras sus éxitos con el Grupo Recoletos (en 2007 se lo vendió a RSC Rizzoli por 1.100 millones) y, más recientemente, con ONO (vendió la cablera a Vodafone en 2014 por 7.200 millones).

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La hoja de ruta está clara: ofertas low cost mientras se invierte lo justo para el despliegue propio de fibra óptica. De los 11 millones de hogares pasados con los que cuenta, sólo 2,1 millones son con red propia. El resto son de Orange, con la que firmó un acuerdo en octubre de 2016. En definitiva, se trata de aumentar la base de clientes hasta que sea suficientemente atractiva para su venta. Es una estrategia muy parecida a la utilizada por Leopoldo Fernández Pujals hasta que vendió Jazztel a Orange por 3.400 millones de euros.

De momento, la cosa va viento en popa y Hahn ya le ha sacado un buen pellizco a los 178 millones de euros que invirtió en 2016, a través de bonos convertibles. Como recordarán, en enero vendió el 14% de Másmóvil por 245 millones de euros. Y aún posee alrededor de un 28% si se incluye la participación indirecta en bonos convertibles con vencimiento en 2024.