Marín Quemada (CNMC) ha cabreado a las empresas energéticas, que presionan al Gobierno con no invertir en gas, pero podría haber una solución
Hace dos semanas, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) lanzó su propuesta de recortar las retribuciones a las distribuciones y al transporte de gas y electricidad, provocando una gran bronca. A las empresas energéticas no les gusta nada y ya han presionado al Gobierno en funciones. Sin embargo, la bronca podría tener una consecuencia positiva: el desarrollo del gas renovable en España.
En una reunión entre la Asociación Española del Gas (Sedigas) y el Ministerio de Transición Ecológica, la primera propuso una idea que tiene sentido y sería posible: fomentar el gas renovable, es decir, la antes conocida como biomasa. Se trata de la generación de gas a través de residuos forestales (sobre todo, cortezas de árboles muertos), y de residuos sólidos urbanos (o sea, la basura), especialmente.
El desarrollo del gas renovable podría tener ayudas de la UE porque sus marcos sobre clima y energía incluían al gas... y si puede ser más verde, mucho mejor
Claro que la idea de la patronal gasista tiene buena base, en concreto, la normativa de la Unión Europea, que incluye el gas en su estrategia de descarbonización: esta energía se recoge en el ‘Marco sobre clima y energía para 2030’, que se basa en el ‘Paquete de clima y energía 2020’ adoptado para adecuarse al Acuerdo de París y así luchar contra el cambio climático. Y ojo, todo este contexto podría favorecer ayudas europeas al gas renovable, porque es una energía que contamina, y gustará que se quiera minimizar su impacto y hacerla más verde. Una idea que al parecer se ha acogido con entusiasmo en el Departamento que dirige Teresa Ribera, ahora en funciones.
Por otra parte, no hay que olvidar que sigue mosqueando que la CNMC haya filtrado la propuesta de recortar las retribuciones con tanta precipitación y en vísperas del fin de mandato de cinco de los diez consejeros. Entre ellos, están el presidente del regulador, José María Marín Quemada, que además está al frente de la Sala de Competencia; y de la vicepresidenta, María Fernández Pérez, que dirige la Sala de Regulación. Precisamente de esta última Sala, ha salido la propuesta de las retribuciones (aunque refrendada por el pleno de la CNMC) y entre sus consejeros, está Mariano Bacigalupo, marido de la ministra Ribera, que vuelve a ser una figura clave y seguirá en el regulador porque el mandato es de seis años y fue nombrado en 2017. Además de Marín Quemada y Fernández Pérez, dejarán la CNMC los consejeros Josep María Guinart, Clotilde de la Higuera y Benigno Valdés; mientras que junto a Bacigalupo, seguirán ocupando su silla María Pilar Canedo, María Ortiz, Bernardo Lorenzo y Xavier Ormaetxea.
En septiembre, acaba el mandato de cinco de los diez consejeros de la CNMC, entre ellos, los de su presidente, José María Marín Quemada, y vicepresidenta, María Fernández Pérez
Claro que en todo este lío, el regulador no sólo tiene críticos entre las empresas energéticas, también dentro de sus puertas. Y es que el borrador de la propuesta de las retribuciones no se ha consensuado con los técnicos, tal y como suele hacerse habitualmente. Pero no cabe duda de que estos profesionales están para obedecer a los consejeros, que son los que de verdad mandan en la CNMC y parece que los salientes no han querido despedirse sin poner el broche ¿de oro? a sus mandatos.