La imagen del poder en España.
Pablo Echenique ha tardado un minuto en pedir mano dura contra el Rey Juan Carlos I, el hombre que trajo la democracia a España. Es más ya le ha dado por condenado al afirmar que no puede esconderse tras la institución monárquica para delinquir. Oficialmente, la noticia es que la Fiscalía del Tribunal Supremo acoge la investigación sobre posible cobro de comisiones en las obras del AVE entre La Meca y Medina, como producto de una grabación de -a que no lo adivinan, el comisario José Manuel Villarejo- en la que -a que no lo adivinan, Corinna Zu Sayn Wittgenstein- aseguraba que Juan Carlos I había cobrado millones en comisiones por el AVE saudí. También es cierto que si no hubiera sido por la presión del Rey de España no se hubiese conseguido la adjudicación de la obra para España.
Además, desde 2014 en que abdicó, Juan Carlos I ya no es inviolable, por lo que aunque los hechos vienen de atrás pudieron, presuntamente, ‘cobrarse’ más acá de esa fecha, ¿comprenden?
El objetivo de Pablo Iglesias está claro: él, presidente del Gobierno; Pedro Sánchez, presidente de la III República española
Pero nada de esto hubiese ocurrido sin la decisión de su hijo, Felipe VI, de repudiar a su padre ante una serie de informaciones periodísticas. No porque la prensa no sea seria (en mi opinión, mucho más que los tribunales) pero sí porque Felipe VI no necesitaba de ninguna información ajena para poner orden en su propia casa. Y así, es el propio Rey Felipe VI quien ha abierto la vía hacia la III República.
Podemos no se lo ha pensado ni un minuto y Pedro Sánchez se ha posicionado junto a ellos, todos contra Juan Carlos I, el hombre que trajo la democracia a España, esa democracia que tanto alaba el neodemócrata y neocomunista Pablo Iglesias. Para entendernos, el objetivo de Pablo está claro: él, presidente del Gobierno; Pedro, presidente de la III República española.
Y de paso, Felipe VI se suicida como monarca: se niega a ejercer como jefe del Estado para tranquilizar… a quienes pretenden acabar con él
Y de paso, Felipe VI se suicida como monarca: se niega a ejercer como jefe del Estado para tranquilizar… a quienes pretenden acabar con él. Y así, cuando pudo (Operación Borrell) parar a Pedro Sánchez no lo hizo y ahora sigue demostrando, día a día, una tragaderas inconmensurables para que no le pillen en ningún renuncio. Como si no hacer nada fuera el sistema más adecuado para mantener la monarquía.
¿De verdad pensaba que entregando a su padre iba a librarse de la quema?