Fernando Abril-Martorell es presidente de Indra desde enero de 2015
En la tarde del martes 27, a la espera de que la compañía, de momento dirigida por Fernando Abril-Martorell presentase sus cuentas cerradas a septiembre, leía una definición que me ha provocado una sonrisa: “Indra, un laberinto de empresas que siempre termina en ERE”. No muy desencaminada, pero sí un poco exagerada, por lo menos hasta hace pocos días que Indra ha iniciado un ERE que afectaría a 1.036 trabajadores de su sociedad de Soluciones Tecnológicas de la Información (Minsait) y podría estar preparando otro para 6.000 más en su división de Transporte, Defensa y Tráfico aéreo (T&D) que, como ya comentaba el pasado trimestre, era la más afectada por el confinamiento de los primeros meses del año al no poder realizar pruebas físicas por razones sanitarias.
La justificación económica la tiene ya servida el señor Abril-Martorell, pues la compañía entra en pérdidas (-31,0 millones de euros (M€) de resultado neto), a pesar de que el resultado del trimestre haya sido de 43,6M€ y que, como desde hace ya algún tiempo nos tiene acostumbrados, su cartera de pedidos continúa incrementándose, esta vez con un crecimiento del 17,6% para llegar a los 5.150M€. Por divisiones es T&D la que crece un 24,1% y la de Minsait un 13,8%.
La curiosa política de personal de Indra: plantea un ERE después de fichar a más de 2.100 empleados
Con estas cargas de pedidos, ¿qué ha podido pasar en Indra para llegar a los números rojos? Pues vamos a ver si podemos arrojar luz a la incógnita. Ya empieza mal con los ingresos ordinarios ya que los 2.153,2M€ obtenidos en los 9 meses han supuesto 134,3M€ menos que en 2019. En términos porcentuales, un -5,9%. El descenso es general en las dos divisiones, T&D un 7,8% y Minsait un 4,2%. Por regiones geográficas, destacar el descenso en las ventas del 10,6% en América, muy impactadas por los tipos de cambio en especial de Brasil, un 2,8% en Europa y un 21,5% en el resto de países. España registra una caída del 1,3% en sus ventas.
Por el contrario, los aprovisionamientos y otros gastos de explotación se han visto reducidos en un 12,9% debido al descenso en la actividad por la paralización de proyectos debidos a la crisis sanitaria y a la reducción en gastos como suministros y viajes. Sin embargo, resulta cuando menos curioso el crecimiento de los gastos de personal en 61M€, un 4,7%, por el incremento hasta 48.830 empleados de media en los 9 meses del ejercicio (+ 2.178 trabajadores). Curiosa la previsión de Indra en su política de personal: en plena pandemia mundial y con confinamientos generales, incrementa su plantilla de esta forma, y con ello volvemos al principio del artículo.
El Ebitda queda muy tocado ya que registra un descenso de 143M€, un 64,2 en términos porcentuales. El resultado de explotación, a pesar de contar con la aportación de la plusvalía de 36M€ por la venta de Metrocall, es de -9,1M€, esto es, 135,9M€ menos que en 2019.
Pues ya tiene la justificación el Sr. Abril-Martorell para la presentación de un ERE… o alguno más. Dadas las cifras de la cuenta de resultados, las expectativas de mejora en lo que resta de ejercicio, a tenor del resultado del tercer trimestre que registra 43,6M€ de resultado neto, pueden parecer factibles, pero todo va a quedar a merced de si la situación sanitaria mejora y permite proseguir con los proyectos en marcha, y cobrar, sobre todo esto último, ya que el efectivo, al final del periodo, continúa siendo negativo (-54,7M€), aunque nada que ver con el del 2019 (-245,4M€). También recordemos que incluye el ingreso recibido por la venta de Metrcocall.
Pero la deuda financiera… Pues señores, la deuda financiera continúa creciendo en este ejercicio en 134M€ y se sitúa en 1.620,1M€, lo que ha significado 4M€ de intereses respecto a 2019.
La primera reacción del mercado a estos resultados no ha sido negativa en exceso: Indra baja un 2,2% al comienzo de la sesión de este miércoles, lo mismo que el Ibex. Pero, sobre todo, hay que ver lo que piensa la Sra. ministra de Hacienda del ERE, en principio desautorizado por ella y que barrunto que está hasta la peineta de su gestión en los últimos tiempos.
No obstante, se mantendra al frente de la compañía: ahora tiene que arreglar el desaguisado.